Alysanne, la única hija de la princesa heredera Rhaenyra, siempre había sido lo que se espera de una princesa; poseía gracia, belleza, era educada y correcta, pero a pesar de su nombre ser Velaryon, la sangre Targaryen también corría por sus venas.
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𝑵𝒖𝒆𝒗𝒂𝒔 𝑨𝒄𝒕𝒊𝒕𝒖𝒅𝒆𝒔
Tras la bienvenida que la reina y sus hijos le dieron, y la actitud un tanto extraña del menor de ellos, Alysanne pasó por la habitación de su abuelo para informarle de su llegada, pero una vez allí se sorprendió de su estado. Sabía que su condición no era la mejor, pero verlo recostado en su cama con su rostro vendado fue realmente impactante; verlo esbozar una sonrisa al notarla hizo que su corazón se encogiera.
Cuando Viserys le extendió su mano, la princesa se la tomó acercándose a su cama, él dejó un beso en sus nudillos como muestra de cariño y comenzó a preguntarle sobre cómo había sido el viaje y como estaba su familia; a la par que ambos hablaban, Alysanne se sentía culpable por no haber venido antes o no estarse enterada de la salud de su abuelo y estaba segura que su madre se sentiría de la misma manera al saberlo.
Una vez que el rey pidió descansar, ella sin protestar se despidió de él para finalmente dirigirse al que sería su cuarto y Freya ya la estaba esperando con el baño listo, la ayudó a lavar su cabellera y al finalizar, la ayudó a vestirse con uno de sus vestidos de diario para nuevamente abandonar el cuarto en dirección al de Helaena. Le había prometido que luego de visitar al rey, iría con ella y sus hijos un momento, así que se encaminaba hacia sus aposentos.
Apenas le habían abierto la puerta y puesto un pie en el cuarto, casi es derribada al suelo cuando los pequeños corrieron a ella a abrazar sus piernas mientras exclamaban su nombre; ella había creído que ellos no la recordarían, después de todo aún eran pequeños cuando los vio por última vez, pero creyó que era obra de la madre de ambos que no se olvidaran de ella.
— Has vuelto, tía Aly. — Le dijo Jaehaera cuando se agachó frente a ambos.
— Creímos que ya no nos querías. — Agregó Jaehaerys con tristeza.
— No era eso. — Negó Alysanne al instante. — Mi madre ha tenido otro bebé y estuve ayudando a cuidarlo y a mis demás hermanos pequeños, pero ahora estoy aquí. — Les dio un toquecito en la nariz a ambos con una sonrisa.
Los mellizos tomaron cada uno una de sus manos para que caminara hacia donde se encontraba su madre sentada en el suelo, por lo que los tres se acomodaron a su lado y en seguida los niños acapararon su atención, aunque Helaena le gustaba ver a sus hijos sonreír y divertirse; sabia que no eran niños normales como los de afuera de la fortaleza, eran príncipes y se los trataban como tal, por lo que tampoco sociabilizaban con demás niños en la fortaleza y verlos actuar como lo que son con Alysanne, eso hacía que Helaena estuviera feliz.
— Tía Aly...
— ¿Qué pasa pequeño? — La joven de ojos verdes miro al niño con atención.
— Hemos aprendido valyrio. — Jaehaera asintió antes las palabras de su hermano.
