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Por los cielos se podían escuchar los rugidos y el fuego de los dragones, el pueblo conocía muy bien de quienes eran los dragones, los próximos esposos del reino, Aemond y Arrakis reian al volar, y más si es dentro del fuego, se podía ver como Arrakis le presumía qué podía hacerlo sin manos, este soltando las riendas viendo como Balerion no lo dejaba caer, Aemond río y hizo lo mismo, ocasionando las risas entre ellos.
Al llegar al reino, dejaron a los dos dragones más grandes en el castillo que mando a construir Arrakis, uno de los más grandes para que pueda dormir su dragón, aquel castillo no tiene nada, solo un lugar sin nada con mucho espacio para que Balerion pueda dormir sin ningún problema, pero Vhagar se acurrucó con Blaerion este solo la dejo ocupar espacio.
Todo a los ojos de sus jinetes, Aemond qué ahora tenía 19 años, y Arrakis 49 años, este no aparentaba su edad, sus risos y su cuerpo seguían siendo iguales, Aemond adora sus facciones de su futuro esposo, estaban viendo a sus dragones durmiendo cómodamente, acurrucados entre los dos.
Arrakis se apoyo en el hombro del menor. Al ser de la misma Altura que el menor, Aemond agarro sus mano y dejo un delicado beso en ella.
-No crees que los huevos están tardando en eclosionar, esposo - Dijo Aemond mirando a su al mayor.
-Los huevos eclosionan al sentir a su jinete cerca, o cuando nacen - Arrakis dice sin mirarlo, viendo como Balerion tapa a Vhagar con su ala que llegar a taparla casi por completo.
- Es porque nuestro hijo no está hecho, ¿no crees que ya es hora ponerlo en práctica? - Dice Aemond tocando su cintura mientras le comenzaba a dar besos en el cuello.
Arrakis sintió cosquillas y se intentó apartar riendo ante las sensaciones.
-Me haces cosquillas, dejame -
-No puedo, es un deleite hacer reír a la bendición del Reino - Dice este sonriendo dejando de darles besos.
-No me digas así - Dice este acaciando sus cabellos largos.
-¿Por que te dicen así? Siempre tuve curiosidad - Dice este mirnandolo a los ojos.
-La primera Reina, Aemma Arryn, esposa de Viserys, siempre me decía que era una bendición al tener la capacidad de poder engrendrar bebés, que era un regalo de los dioses y que por eso no tengo las características de los Targaryen, no tengo el cabello platinado ni los ojos violetas, el pueblo al escuchar los rumores comenzó a creerlo, y las mujeres embarazadas o jóvenes que querían tener hijos me pedían que les diera mi bendición o les toca su vientre, pensaban que tenía un poder ante la fertilidad, al final tenían razón, aquellas jóvenes y embarazadas tuvieron partos con éxito, por eso mi nombre - Dijo este mirando a la nada recordando aquellos años.
