Capítulo 4 - como posan las sirenas (sin editar)

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— ¿Y tienes novia, Changbin?

Escupí el café que estaba tomando.

— No, no... —le dije— Debido a mi profesión, lo mejor es quedarse soltero.

— ¿Por qué lo dices?

— Es que siempre hay mucho trabajo que hacer en la casa y casi no tendría tiempo para poder mantener una buena relación con otra persona.

— Pero, tú y yo llevamos conviviendo una semana y nos llevamos bien. Además, el fin de semana salimos a comprar ropa.

Volví a escupir el café.

— Lo sé, lo sé. Pero fue una excepción. Generalmente me la paso encerrado planificando o corrigiendo. Además, nuestra relación y la de una pareja son distintas.

— ¿En qué sentido?

— Ya sabes, nosotros no estamos interesados románticamente en el otro.

— ¿Por qué lo dices? Me pareces muy lindo y eres muy amable conmigo. Yo podría decir que me gus...

— Vaya, vaya. Mira la hora. Se me hace tarde y debo irme —y me apresuré a comer una rebanada de pan con dulce.

— ¿Hace cuánto que no tienes sexo?

— ¿Eh?

— Un hombre saludable debería hacerlo al menos tres veces a la semana. Es para evitar tener cáncer, según dicen e internet. Si fuese por mí, lo haría todos los días, dos veces; una en la mañana y otra en la tarde.

Esta vez no había sorbido el café por suerte, pero me ahogué con el bocado de pan que tenía en la boca.

— Ya veo, ya veo. Es que los íncubos y los humanos somos diferentes.

— Estuve pensando que sería bueno que lo hiciéramos, para poder reforzar nuestra relación y porque bueno, quiero agradecerte por todo lo que me has dado hasta ahora. Soy muy bueno y te haré sentir bien, lo prometo. Además, como te dije, un agujero es un agujero sin importar cómo lo veas.

— No, no. Gracias, prefiero que nos quedemos así.

— Pero no puedo ser tu sirviente por completo si no tenemos sexo. ¿Qué clase de relación sería esa?

— Una normal.

— ¿Qué hay de normal en nuestra relación?

Tenía un buen punto.

— No importa, no quiero tener sexo.

— Debes llevar mucho tiempo con abstinencia. Eso hace mal para el cuerpo y la mente. Yo me encargaré de devolverte las ganas.

— ¿Qué dices?

— Sí, tú déjamelo a mí.

— Pero te digo que no quiero saber nada. No me vayas a dar ninguna sorpresa rara ni nada.

— No, no. No habrá nada raro. Lo prometo.

— Está bien...

Pero no confiaba en él. Sin embargo, cambiamos de tema, terminé mi desayuno y todo siguió como siempre, así que me olvidé del tema y fui a trabajar como siempre.

En la escuela uno de mis alumnos había llevado una revista pornográfica para verla con sus compañeros. Lógicamente, la confisqué, pero no sin antes echarle un vistazo.

— Vaya, con que esto es así. Y qué posición rara es esta. ¿En serio se puede poner la pierna detrás de la cabeza con tanta facilidad? Oh, espera. Esto sí me gusta.

Había una imagen de una chica muy bonita sentada como una sirena sobre una roca, pero sobre una cama. Al estar recostada de costado, sus pechos caían bellamente y su cabello los cubría parcialmente. Tenía una mano sobre la cadera y sobre la otra teína apoyada la cabeza. Se veía preciosa.

De pronto llegó uno de mis colegas y guardé la revista a la velocidad dela luz. Esa tarde me quedé pensado si yo también podría algún día enamorar a una chica tan bella como esas, pero tristemente sabía que esa nunca sería una opción. Era demasiado friki por la historia y los idiomas como para que alguien quisiera estar conmigo, solo escuchándome hablar de eso por horas y horas. Bueno, Felix había mostrado interés, pero no estaba seguro de cuánto de eso era cierto y cuánto falso. Después de todo, fue gracias a lo que me dijo ese día que terminé decidiendo que se quedara.

— Tal vez es una forma de manipularme. Pero ¿por qué lo haría? Para tener un lugar donde dormir seguro. Ah... Pero aun así, me cae bien, cocina muy rico y tiene la casa limpia. No puedo quejarme. Incluso si fue a propósito ha hecho demasiado por mí. Ni siquiera he notado que es un íncubo. ¿En verdad lo será? ¿O será todo un cuento suyo?

Al llegar a casa, me encontré de lleno con la foto de la revista hecha realidad. Felix se había puesto en la cama, totalmente desnudo, tal cual como lo había hecho la chica. Su figura era delgada, demasiado diría yo, pero a su vez se veía muy adorable. Por primera vez vi sus cuernitos y su colita, que no eran nada aterradores, sino tiernos. Felix tenía el pelo más bien largo, así que también caía de una forma parecida a la de la chica. De pronto sentí un calor inmenso y a mi amiguito emocionado. 

— ¿Qué te parece?

— No vuelvas a hacer esto de nuevo —le dije apresuradamente antes de voltear el rostro.

— ¿Por qué?

Lo ignoré. Por alguna razón mi cuerpo había reaccionado a la imagen y me había puesto duro al verlo. Esto no podía estar pasando así que fui al baño y me calmé. Una vez más tranquilo, salí y le dije.

— Te dije que no me gustan los hombres.

— Pero te gustó lo que viste, ¿no? Por eso saliste huyendo. Já, tú déjamelo a mí. Recuperaremos tu libido en un abrir y cerrar de ojos.

No me gustaba para nada cómo sonaba eso. Mis agradables días de paz se veían amenazados por un lujurioso íncubo que deseaba verme caliente. Mierda. ¿Qué haría si lo lograba? Debía evitarlo a toda costa.

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Disculpen lo corto. Hasta aquí el cap de hoy porque me estoy durmiendo jaja. Muchas gracias por leer! Los veo mañana!

Edit: Agregué algunas cositas al cap que publiqué anoche porque literalmente me estaba durmiendo sentada jajaja. Ahora sí, los veo esta noche.

Aprendí de sexo con un íncuboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora