— ¡Espera! ¡¿Qué acabo de decir?! —grité alejándolo— Esto no está bien. Además, ¿Lixie?
— Sí, ¿no te gusta? A mí me gusta Binnie.
— Pero, ¿por qué...?
— Me gustaría preguntarte lo mismo. De mi parte porque creía que tener apodos para la cama era algo lindo. Solo nos llamamos así cuando estemos por hacer algo sexoso. No sé tú por qué...
— Yo tampoco. Supongo que se me ocurrió porque sonaba bonito.
— A mí me gusta, así que puedes usarlo.
— A mí me agradaba tu sugerencia de usarlos solo en la cama. Suenan bien.
Ahora quedaba por resolver la cuestión del "te amo".
— ¿Te sientes mejor? Rompiste en llanto y...
— Sí, gracias. Estoy mejor. Es solo que...
— ¿Qué?
Tenía que sacarlo de mi pecho.
— Te dije "te amo" y no sé por qué. Lo siento.
— Yo también lo hice —tomó mi rostro—. Supongo que salió algo que sentíamos adentro.
— Pero lo nuestro no se puede convertir en una relación de verdad.
— ¿Por qué no?
— Porque nunca vas a poder casarte con un íncubo —y de inmediato huí de la habitación.
— Felix, espera. ¿Por qué dices que...?
No escuché el resto. Saqué mis alas y volé hacia la noche lo más alto que pude para que el ambiente me ayudara enfriar la cabeza. Agitado, me tapé los oídos y grité de desesperación. Jamás había sentido esa angustia dentro de mí. Era desgarradora y no comprendía de dónde venía tanto dolor. Volé sin rumbo por una hora antes de cansarme y regresar a casa. Al volver, Changnbin me esperaba sentado en el sofá.
— ¿Estás bien?
— Sí. Lo siento. Todo esto me duele demasiado y no entiendo bien por qué. Lo que siento por ti no es amor, sino una mera atracción física. No comprendo por qué...
— ¿No es amor? —sonrió con tristeza.
— No. Te aprecio muchísimo, te debo mi vida y me gustas mucho. Pero no es amor. No puede ser amor.
— ¿Por qué no?
— Porque el amor no se siente así.
— ¿Y cómo se siente el amor?
— Yo... No lo sé...
— Entonces ¿cómo sabes que no es amor?
— Porque si tuviera que reemplazarte yo...
— Tú...
— Yo... podría —mentí—. Sí, sí que podría. Te reemplazaría por cinco hombres si quisiera.
— Ya veo —sonrió de nuevo—. Yo no podría reemplazarte.
— Porque soy el único íncubo que conoces.
— Porque eres el único "tú" que conozco. No hay nadie más como tú. Por eso no podría reemplazarte.
El dolor se hizo más punzante y me comenzaron a zumbar los oídos.
— Yo... No pienso igual —comencé a llorar—. No puedo pensar igual. No puedo amarte. No puedo. No puedo. No puedo —y finalmente estallé en llanto.
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Aprendí de sexo con un íncubo
FanfictionUn profesor de historia antigua treintañero salva a un joven de veinticuatro de morir atropellado. Agradecido, el joven revela su verdadera identidad como un íncubo y jura darle al profesor noches de sexo y pasión por toda la eternidad. Al principio...