Cuando desperté, Felix estaba a mi lado, llorando.
— Perdón... Perdón... No quise... Perdón... Por favor, despierta...
— Oye, estoy bien. No me pasó nada.
Se lanzó sobre mí y me abrazó con fuerza.
— Perdón... Perdón por lastimarte... Prometo que no lo haré nunca más... Perdón...
— Oye, oye. Tranquilo. Estoy bien. No me pasó nada. Debo decir que se sintió bien venirse por unos segundos más.
— Fueron más que unos segundos...
— No importa —le di un besito en la frente—. Te detuviste y eso es lo que importa.
— Porque sentí tu dedo en mi culo, solo por eso.
— Me alegra que lo sintieras. Eso es lo importante. Te estuve tocando mientras lo hacías y también te hablé, pero no me escuchaste. Así que me alegra que eso te haya hecho reaccionar.
— Pero, ¿qué hubiera pasado si...
— No te preocupes. Ya sabemos que eso funciona. Es lo único que importa. Ahora, cuando quieras beber mi semen, hacemos el sesentaisiete y te como el culo.
— Sesentainueve —y rio—. Bueno. Me parece bien. Tu semen estaba muy rico y sí sabía dulce.
— ¿En serio?
— Sí. No era ambrosía, pero era rico.
— ¿Te volviste adicto?
— Sí, pero el miedo a hacerte daño me impide pedirte más.
— Pero yo quiero que sigamos haciendo cositas...
— Yo también, pero es por tu bien. Será mejor que...
— Que aprendamos a lidiar con esto. No quiero dejar de hacer cosas contigo solo por miedo. Si quieres evitemos que me la chupes, pero hay muchas otras cosas que podemos hacer.
— Bueno, sí, pero... Es muy peligroso. El solo saber que estoy cerca de tu semen, yo...
— No pasa nada. Encontraremos juntos una solución, de a poquito. Un día a la vez.
— Te amo, Changbin. Gracias por quererme como soy.
— Obvio que te quiero como eres. Porque eres tú. Y no me agradezcas. También te amo, Felix —y lo abracé con fuerza—. ¿Qué quieres que hagamos hoy?
— No sé qué quiero. Además, todavía estás débil y...
— Estoy bien. ¿Sabes qué? Iré a comprarte uno de esos brownies que tanto te gustan.
— Pero yo puedo hacerlos sin problemas.
— Lo sé, y los tuyos son los más sabrosos, pero quiero consentirte. ¿Qué te parece?
— Está bien. Gracias, rollito de canela.
— De nada, merenguito.
Cuando llegué a la tienda más tarde ese día, me crucé con la persona más despreciable de la Tierra: mi madre.
— Hola, hijito mío. ¿Cómo estás? ¡Hacía mucho que no te veía! Estás más gordito. Deberías dejar de comer tantos panificados.
— Hola, madre. Estoy con prisa, así que no puedo...
— Ay, yo también vengo a la panadería, así que podemos ponernos al corriente mientras esperamos que nos atiendan.
Realmente consideré irme y volver en otro momento, pero decidí esperar porque no pensé que fuesen a tardar tanto.
![](https://img.wattpad.com/cover/373087261-288-k991616.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Aprendí de sexo con un íncubo
أدب الهواةUn profesor de historia antigua treintañero salva a un joven de veinticuatro de morir atropellado. Agradecido, el joven revela su verdadera identidad como un íncubo y jura darle al profesor noches de sexo y pasión por toda la eternidad. Al principio...