A pesar de que yo me mejoré, a la semana siguiente, Felix cayó en cama. Me pareció extraño por lo que me había dicho que ellos generalmente no se enfermaban, así que supuse que debía ser algo grave.
— Seguramente fue porque no ha dormido bien estos últimos días.
Tenía la fiebre por las nubes, incluso par aun íncubo (según lo que me dijo), así que le dije que se quedara en la cama. Obedeció porque no tenía fuerzas y por la tarde cuando volví la situación no se remediaba. La medicación que me dijo que podía tomar no le hacía efecto y no había un doctor de íncubos al que llevarlo.
— ¿Tienes alguna idea de lo que te puede estar pasando?
— Creo... que sí... Pero... Me da vergüenza decirlo...
— ¿Qué! ¡Sabes qué tienes y no me quieres decir?
— No, no es eso... No estoy seguro de qué es... pero tengo la sensación... de que no es nada tan malo.... Al menos tiene solución... es solo que... Solo no voy a poder... remediarlo...
— ¿Cómo que no vas a poder remediarlo?
— Voy a necesitar... ayuda... Pero no sé... si querrás ayudarme...
— ¡Claro que sí! ¿Qué clase de pregunta es esa? Tú dime qué tengo que hacer para ayudarte.
— Está bien... Pero después... No te quejes... Tengo que... Masturbarme...
— ¿Qué...?
— Sí... Hace un tiempo... Que no lo hago... No me di cuenta... De que habían pasado... Tantos días... Pero sí... Somos seres... Que necesitamos sexo... para sobrevivir... Pero como estoy... Solo no voy a poder... ¿Me quieres ayudar...?
— Yo... Eh...
Rió un poco.
— Te dije... que no te gustaría... Ja, ja... Tranquilo...
— ¿Se te va a pasar?
— No... Tengo que masturbarme... al menos... Lo intentaré ahora... Así que vete...
— Pero, ¿vas a poder? Estás muy débil.
— Haré lo que pueda...
— ¿Cómo hacen los otros íncubos?
— Tienen... Parejas sexuales... Por eso... No se enferman... Ah... Mierda... Si tan solo... No hiciera tanto calor... Ah... Perdón, quiero... quitármelo todo...
La cabeza me daba mil vueltas. No sé qué me pasaba, pero mis sentidos estaban mucho más sensibles: mi piel reaccionaba con cualquier cosa, su aroma era dulce y penetrante, su rostro y cuerpo se veían hermosos, y no podía evitar querer morderlo.
— Te... Te ayudaré. Esta vez. ¿De acuerdo?
— ¿Eh?
Me abalancé sobre él y comencé a besarlo.
— ¿Ah? Espera, no... Mh...
Como un animal lamí sus labios y su cuello mientras lo mordía aquí y allá.
— Oye, estás bajo el efecto de mis feromonas. No eres tú... Ah... Después te arrepentirás... Detente.
Pero no podía detenerme. No quería hacerlo. El deseo se apoderó de mí y solo quería hacerlo mío. Comencé a chupar sus pezones mientras continuaba acariciando su cuerpo con un enorme y desenfrenado deseo de monopolizar a esta criatura tan maravillosa. Cuando sus cuernitos y su cola aparecieron, me excité más.
— Se nota que la estás pasando bien —le dije y bajé a su entre pierna.
Abrí sus piernas y dije:
— Eres una belleza en todas partes, Felix. Me encanta cómo te ves desde todos lo ángulos.
Puse sus piernas sobre mis hombros y empecé a lamer, besar y morder la cara interna de sus muslos para escuchar sus armoniosos y dulces gemidos.
— Así me gusta. Deja salir tu voz y muéstrame cuánto estás disfrutando.
— Ya... Detente... Tienes que pensar con claridad...
— Es hago. Estoy reclamando lo que es mío. Te dejaré marcado en todas partes para que no quepan dudas y nadie siquiera quiera ponerte un dedo encima. Y si alguien se atreviese, se las verá conmigo —y continué besando sus piernas.
— Changbin... —me dijo con la voz temblorosa.
— Qué apurón eres, pero ya lo quieres, ¿no es así? De acuerdo.
Tomé su pene con una mano y Felix se estremeció.
— Ahí empiezo, amor mío. No te desesperes.
Hice un aro con mi pulgar y mi índice y comencé a mover su prepucio de arriba abajo por la cabeza lenta y marcadamente.
— Ah... Mh... Ah... Ah... Changbin... Mmmmh...
— Vamos lento y contento...
— No, quiero más... Dame más...
— Ahí va, ahí va...
— Ya no lo soporto. Hace mucho calor.
— Está bien, aquí voy.
Como sabía que no quedaría satisfecho solo con mis manos, me llevé su pene a la boca y empecé a chuparlo. Era la primera vez que lo hacía, pero me sentía un maestro en ello.
— Ah... Ah... Más, dame más...
Ante el pedido desesperado, me saqué el pene de la boca un momento, llené de saliva dos de mis dedos y luego volví a chupar ese delicioso chupetín de carne de mi Felix mientras jugaba con su agujero para poder llegar a su punto dulce. Felix estaba tan excitado que se vino bastante rápido.
— Ah... Ah.... Mh... Sí, sí, sí.... Así... Ahí... Ah... Mh... ¡Sí! Me ven... ¡go!
— Ah... Mh, qué sabrosa sabe tu lechita, mi amor. Es deliciosa, pero se nota que hace un tiempo que no lo haces porque está bien espesa. Tenemos que arreglar eso... Amor... ¿Amor...? ¿Felix?
Estaba preparándome para embestirlo con mi varita llena de amor cuando noté que Felix se había dormido.
— ¿Eh? ¿Y yo?
Lentamente mis sentidos comenzaron a volver a su lugar y paulatinamente caí en la cuenta de lo que acababa de hacer.
— ¿Qué hice? ¿Y por qué le dije mi amor? Ah... Mierda, mierda, mierda... Esto es acoso. ¿Qué mierda hice? ¿Y ahora cómo lo arreglo? Encima yo quería... Ay, no... ¿Y ahora qué hago?
————————————
Hasta aquí el cap de hoy. ¡Muchas gracias por leer! ¡nos vemos mañana!
ESTÁS LEYENDO
Aprendí de sexo con un íncubo
FanfictionUn profesor de historia antigua treintañero salva a un joven de veinticuatro de morir atropellado. Agradecido, el joven revela su verdadera identidad como un íncubo y jura darle al profesor noches de sexo y pasión por toda la eternidad. Al principio...