Un era de conflictos se extiende por Hallownest. Las seis grandes naciones han establecido sus fronteras, y las dispustas por el control de las tierra son cada vez más frecuentes. Los grandes señores de la guerra no cederán terreno bajo ningún conce...
En un lujoso salón de Ciudad de Lágrimas, uno de los seres más poderosas e influyentes del reino, se preparaba para su partida hacia el Palacio Imperial. Su imponente mansión estaba ubicada justo en el centro de las zonas más acaudaladas de la ciudad, y siempre estaba custodiada por los soldados más capaces de la Guardia Pálida.
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No era una simple casa bien decorada de esas de los alrededores. Era un palacio en cada sentido de la palabra, pues fue un lugar fundado por el Emperador Pálido para ser la Casa de la Moneda, y principal centro financiero de la ciudad. Pero tras su muerte, fue reclamada por la fe del Culto del Alma, y usada para otros fines.
Contaba con tres estructuras de gran tamaño. Todas ubicadas de frente a una bella plaza, sobre la cual se alzaba una fuente y varios lagunas artificiales, con hermosos platas que siempre mantenían la frescura del lugar.
La mas pequeña de las estructuras era una cocina, donde se preparaban diariamente los manjares más lujosos de toda la ciudad. Muy en contraparte a la pobreza extrema que se podía encontrar en las zonas más periféricas de Ciudad de Lágrimas. Además, que contaba con espacio suficiente para alojar al personal más esencial de las instalaciones, así como ciervos y sirviente de confianzas. Todos, por supuesto, fieles devotos al Culto del Alma, y con una pensión suficiente para vivir felices, sin cuestionar que ocurría realmente en el resto del reino.
El otro edificio, ubicado en el lado opuesto, eran una instalación variada, el cual contaba con enormes salones de entrenamientos y barracones, donde se apostaban la élite de la élite de los guerreros del Culto. Soldados entrenados en el camino de las artes bélicas, pero sin el poder político para reclamar un pedazo de tierra para si mismos. Aún así, siempre disponían de todo lo necesario para complacer sus necesidades, siempre y cuando se mantuvieses fieles al culto. Y de entre todos los seguidores, estos eran los más devotos.
Y finalmente, el edificio central. Un lugar tan grande como absurdo, lleno de habitaciones y pasillos que recorrían las instalación en todos sentidos. Un lugar que si bien no podía compararse con el propio Palacio Imperial, no difería mucho de la opulencia que sus enorme habitaciones contenían. Todos... para que un único insecto viviese en su interior.
Y era en ese preciso momento, cuando tal insecto se preparaba para su partida. En una de las muchas habitaciones, donde dos sirvientes de confianza, le ayudaban a colocarse sus vistosa vestimenta y ornamentos, pues tenía una visita al propio Palacio Imperial, y debía vestir acorde a la ocasión. Sin embargo, mientras esperaba a que las féminas que lo vestían concluyesen, escuchaba no muy contento el informe de uno de sus seguidores.
— ¿A qué te refieres con que escapó? — Preguntaba con evidente enojo, a lo que su servidor, respondía sumisamente arrodillas en el piso de madera fina.
— Tal como fue planeado, el ejército del Clan Tsume fue acorralada en los límites de Páramos Fúngicos. Los reportes indican que efectivamente, las fuerzas de la Armada Pálida los acorralaron. Sin embargo, muchos soldados informaron de la aparición de un guerrero misterioso. El cual permitió que las mantis lograran escapar. Incluido el objetivo. —