Chapter VI

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POV Seren

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POV Seren

Han pasado más de dos semanas del suceso en el cual Enzo me llevó a la enfermería. Eso sí, luego de que me trajera a casa no ha vuelto a hablarme desde ese día; a veces suelo verlo en el pasillo, o en el aula de Lengua Española, donde desgraciadamente se convirtió en mi compañero de asiento puesto que el chico "cabeza hueca", cuyo nombre es Santiago Narvaja, se adueñó de mi asiento a la par de Juani y no me quedó más de otra que sentarme con el chico que me salvó la vida.

No intercambiamos palabras en clase, ni en los pasillos, ni en el almuerzo. Ni tampoco cuando nos encontramos en el parque corriendo, desde ese día se ha limitado a mirarme de manera recelosa tal cual, me da la sensación de que soy vigilada por un felino.

Su hermana, el chico rubio de ojos cafés —que al parecer no comparten grado de consanguinidad con Enzo porque los gemelos son adoptados— y él, no son muy sociables que digamos. La capitana del equipo de porristas se armó de valor un día y se dirigió hacia la pequeña y frágil Rosalie, la hermana de Enzo, a preguntarle si quería formar parte del equipo y la misma Rosalie le respondió que no, aunque se le ha visto muchas veces viendo las practicas que realizan y puede notarse cierta nostalgia en sus ojos.

A Emmett, el novio de Rosalie, le visitó uno de los jugadores de fútbol, invitándole también a que formara parte del equipo, pero como se imaginarán también lo rechazó. Enzo, bueno él parece alejar a todos con la seriedad que desborda, por lo que nadie se le ha acercado a ofrecerle algo, aunque claro, la población femenina de todo el segundo año siempre que tienen la oportunidad de verle cuchichean acerca de su apariencia física.

Sí bueno, ellos son la diferencia en este instituto.

No he terminado de leer mi libro "Firelight", puesto que el día que me enfermé lo perdí. Creo que Enzo olvidó echarlo en mi mochila pues ya no lo encontré, lo que me meterá en graves problemas con la biblioteca si no lo llego a encontrar.

Juani ni siquiera se enteró de que yo tenía hipotermia ese día, ya que se encontraba tan enfrascado conversando con Santi que lo que a mí me pasara no le importó.

El timbre resuena por todos los pasillos del instituto y yo me levanto de mi asiento y salgo disparada del aula de Física. No espero a Juani, ya que él viene con Santi y no quiero ser mal tercio ahí.

Desde ese día que enfermé no he vuelto a olvidar el suéter, ya que no quiero pasar por eso otra vez. Me dirijo hacia mi casillero para guardar algunos libros y veo una suave cosita azul dentro de una bolsa, la abro y veo que es la sudadera que Enzo me prestó aquel día. La vuelvo a meter al casillero ya que tengo que devolvérsela... pero será un día que no ande de mal humor, porque en estos momentos parece imposible.

Me suelto el cabello y me lo hago a un lado, camino apresuradamente pues se vislumbra algunas nubes que anuncian tormenta y no quiero mojarme en el trayecto a casa. Voy casi corriendo cuando choco con alguien provocando que bote un libro que el sujeto llevaba.

— Lo siento. —murmuro, apenada.—

Me dispongo a agacharme para levantar el libro y dárselo a su dueño, pero es la portada del libro que me impide levantarme. Levanto la mirada y veo a un Enzo sonriéndome con algo de malicia.

— ¡Vos! —siseo con rabia.— ¿¡Qué haces con MI libro!?

¡Casi me da un infarto! De tan preocupada que estaba por él.

— Pues creí que era de la biblioteca. —responde, parpadeando sorprendido.—

— Sí, pero estaba bajo mi responsabilidad. —mascullo levantándome y apresando el libro entre mis brazos.—

Él blanquea los ojos.

— ¿Sabes que iba a devolvértelo, no?

— Ay, no sé... No soy adivina, señor bipolar. —empiezo a caminar rápido para alejarme lo suficiente de él.—

— Deberías de leer otras cosas —camina a mi par tranquilamente.— Eso de dragones y mitología no hacen más que enfermarte la cabeza.

Me sorprendo un poco por dos razones: Número uno, creí que lo había dejado bastante lejos. Y número dos, esta es la primera vez que entablamos una conversación así de larga.

— No es de tu incumbencia si me enfermo la cabeza o no con la literatura.

— Te crea falsas expectativas, eso de dragones mitad humanos es algo irrelevante. ¿Qué sigue? ¿Osos mitad humano también?

— Para tu información, a ellos se les llama cambia forma. —digo defendiendo mis libros.—

Parece que la respuesta que le he dado le afecta pues se detiene en seco y me mira nuevamente como lo ha hecho estos días anteriores: me mira de esa forma recelosa que hace que mis vellos se ericen y los escalofríos recorran mi cuerpo. Un aura peligrosa parece emanar del cuerpo de Enzo, su rostro cambia, puedo verlo en sus ojos la forma en que me mira, como si yo fuera un peligro para él y está listo para deshacerse de mí.

— ¿Vos cómo sabes de los cambia formas? —pregunta acercándose sigilosamente hacia mí y arrinconándome contra la pared.—

— Porque he leído de ellos en los libros. —trato de mantener mi voz seria.—

— ¿Qué mas sabes de ellos? —la furia invade su voz.— ¿Qué más sabes de mitos?

Lo miro y en su rostro pasan mil emociones, desde la furia hasta el nerviosismo. Sé que algo oculta, su reacción me dice que el esconde algo que no quiere que nadie sepa y yo... como la curiosa que soy, pienso en tratar de descubrirlo.

— Pues sé muchas cosas. —miento como la descarada que soy.— Y no sé porqué te interesa tanto, o sea. ¿Es ficción? ¿No? —le reto alzando una ceja.—

Él parece obviar lo que he dicho porque me aprieta más contra la pared y acerca su boca a mi oído susurrándome:

— Aleja tu mente de esas cosas, Seren, son caminos secretos y mentiras que no querrás descubrir.

— Tus amenazas no me dan miedo, Enzo. —le siseo apartándolo de un manotazo.—

— No son amenazas. —replica apoyándose en la pared.— Sólo quiero que no enfermes tu mente con esas tonterías. Porque eso... ¡No existe!

— ¿Y porqué te empeñas tanto en que no lea esas cosas? A ver, decime. ¿Qué tanto ocultas para que quieras que me aleje?

Su rostro cambia de la furia a la estupefacción.

— Y... Yo no oculto nada.

— ¿Ah no? —le desafío alzando una ceja.—

Su rostro se contorsiona y parece como si estuviese luchando con algo dentro de su boca.

— ¿Qué tenés?

Él sacude la cabeza y se tapa la boca con sus manos para luego dar la vuelta y alejarse corriendo ágilmente no sin antes escuchar un:

— Aléjate de esas cosas, Seren.

Okey. Eso fue condenadamente extraño.

 Eso fue condenadamente extraño

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"Bad Blood"  || Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora