Chapter XX

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POV Seren

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POV Seren

— Seren, despierta —escucho un susurro.—

Inconsciente

Estoy flotando en medio de la nada, pero puedo escuchar que alguien se encuentra llamándome. Trato de encontrarme, de abrir los ojos... pero no puedo.

— ¡Ayuda! —grito en medio de la nada.—

Siento cómo unos brazos tratan de jalarme de nuevo hacia la oscuridad. Empiezo a correr ¡No! ¡No! ¡No quiero que la oscuridad me atrape! Tropiezo y me levanto de nuevo dispuesta a seguir corriendo, cuando a lo lejos logro divisar una luz. Más que decidida a llegar hacia la luz sigo corriendo dejando a la oscuridad atrás...

Fin del Inconsciente

— ¡SEREN! —grita alguien en mi oído sacudiéndome.—

La luz es abrumadora...

— Sé que puedes oírme, anda abre los ojos.

La luz me deja ciega...

Gimo.

— ¿Seren?

Vuelvo a gemir en respuesta.

Una mano fría es colocada en mi sien.

— Tenes que abrir los ojos, Seren.

Trato de hacerle caso y lucho por abrirlos, pero la luz me lo impide.

— No puedo. —susurro.— La luz...

La voz no dice nada.

— Ayuda. —susurro, siendo sumergida de nuevo en la oscuridad.—

Inconsciente

Sigo en medio de la nada, luchando por llegar de nuevo hacia la luz... siento la necesidad urgente de abrir los ojos, de regresar a la realidad...

Pero no puedo. Pero tampoco puedo rendirme. Hago un esfuerzo por atravesar aquella luz tan abrasadora y de pronto...

Fin del Inconsciente

— ¡Seren! —exclama la misma voz desde hace rato.—

Asustada abro los ojos, encontrándome bajo la sombra de un abeto. Trato de incorporarme pero un dolor en mi espalda me lo impide.

— No te levantes aún.

Volteo hacia mi derecha pero no encuentro a nadie, hago lo mismo y miro hacia mi izquierda pero tampoco veo a nadie.

— Aquí arriba.

Obedezco y miro hacia arriba encontrándome con Vogrincic, sentado en una de las ramas del abeto.

— ¿¡Qué haces aquí!? —grito histérica, olvidando por un momento el fuerte dolor.

Él se encoge de hombros.

— ¡Ah no, sos un maldito acosador! ¿Lo sabías?

Entrecierra los ojos.

— Que tenga una casa de campo aquí cerca, no significa que sea un acosador, chiquita. —dice sonriendo levemente y encogiéndose de hombros.—

¿Casa? Debe de estar de bromeando. Ningún vecino de aquí cerca lleva el apellido Vogrincic.

— En todo caso deberías agradecerme —responde frunciendo el ceño.—

Imbécil.

— ¿Por qué debería? —pregunto, apoyándome en el tronco del abeto haciendo que se me escape un quejido.—

— Te encontré tirada a medio camino. —blanquea sus ojos.— Creí que estabas muerta, no respondías y bueno... Tampoco podía dejarte tirada ahí sin más.

— ¿Cómo me encontraste?

— Salí a caminar. —responde sin más.—

Entrecierro los ojos y proceso todo lo que me ha dicho, llegando a una conclusión: No le creo absolutamente nada.

— Ya sé que no me crees. —ríe.— Pero deberías, no tengo ninguna intención de seguir a una mocosa inepta como tú.

Blanqueo los ojos pero me niego a responderle.

— ¿¡Qué!? ¿Te comió la lengua el gato?

Sigo callada. Veo como baja del árbol de un salto. Sacude sus jeans, mete sus manos en los bolsillos y empieza a caminar dejándome tirada en este estúpido árbol.

— ¡Me dejarás aquí, imbécil! —le grito.—

Él solo levanta una mano y se aleja caminando.

— No sabes cuanto te odio, Enzo Vogrincic. —mascullo.—

Él suelta una sonora carcajada y me quedo donde estoy viendo cómo se aleja poco a poco al punto de que ya está fuera del alcance de mi visión. Suspiro, preguntándome... ¿En dónde estará Nieve? No puedo pararme, pues el dolor en mi espalda aún persiste. Busco mi celular en el bolsillo de mi jeans y me sorprendo al ver que ha sobrevivido al duro impacto.

— ¡Me alegra que estés bien, bebé! —digo sonriendo, mientras busco el número de mi madre para llamarle y decirle que venga a recogerme.—

Pero cuando estoy a punto de llamarle me fijo que algo anda mal en la pantalla de mi celular; compruebo el panel de notificaciones y es ahí cuando me doy cuenta de que carezco de señal. Cegada por la rabia me pongo a despotricar maldiciones y reprimo el impulso de tirar el celular, mas no me rendiré, aunque sea a rastras regresaré a mi casa.

Me quedo apoyada en el tronco del árbol por unos cuantos minutos, reuniendo las fuerzas necesarias para poder levantarme. Luego de dos intentos fallidos, vuelvo a intentarlo. La última es la vencida.

Suspiro, y apoyo mis manos en el suelo, flexiono mis rodillas y muy, muy lentamente me voy levantando, con mi espalda rozando el tronco hasta que al final puedo mantenerme en pie. Lo hice. Y ahora va el paso más difícil. Caminar.

 Caminar

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"Bad Blood"  || Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora