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¡Kim en Europa!

parte II 

—¡Nico, Nico, Nico! —Comencé a sacudirlo—. ¡La reunión! ¡No sentí la alarma!

No despertaba. Estaba durmiendo de estómago de lo más relajado. 

—Nico... Jefe... Jefesito... Mi comandante, mi macho alfa de los negocios... 

Al darme cuenta de que no despertaba, hice a un lado las sábanas y me puse de pie, exclamando con firmeza un sólido: ¡Nicolás! 

—¿¿Qué pasó?? —Despertó de golpe. 

—¡Pues que ya va a empezar la reunión y además vino el señor Ano a dar la capacitación! 

—Mierda. 

Hicimos lo posible para arreglarnos rápidamente. Mientras Nico se mojaba el cabello frente al espejo amplio del hotel, yo estaba a su lado, maquillándome y alisándome el pelo. 

—¿Por qué te maquillas si aún estás en pijama? —preguntó Nico mientras se arreglaba la corbata. 

—Bueno, porque la ropa es lo último. No puedo apreciar la ropa cuando estoy fea de cara.

Nico hizo un chasquido con la lengua.   

—Habló la pelirroja más linda. 

—Pues... será tu perspectiva. Yo no me veo así. 

—Pues si te miraras con mis ojos, tendrías la autoestima por las nubes. 

Oh...

Lo observé a través del espejo, avergonzada, porque no supe qué decirle. Mi ser anti-cariño se estaba volviendo vulnerable a él y eso me asustaba. No estaba acostumbrada a creer los cumplidos sobre mi apariencia, me costaba mucho, sin embargo, Nico los decía sin siquiera pensarlo. 

La cosa es que, confundida, cambié el tema y le terminé pidiendo que me alisara la parte de atrás del pelo. Por el espejo observé lo concentrado que estaba. No apartaba la vista de mi cabello y se aseguraba de que estuviera quedando uniforme. 

—¿Crees que Carla y Andrea se estén llevando mejor? —pregunté. 

—Esas deben estar abrazaditas durmiendo. Conozco a Carla, le gustó tu prima. 

—¿Eh? ¡Se llevaron como el culo! 

—¿Que acaso no conoces los Enemies to Lovers, hormiguita—Cuando lo observé con gracia, dijo—: Mi abuela vive hablando de cómo le encanta poner eso en sus novelas. Aunque no me ha querido decir de qué trata la que está escribiendo ahora.

—Tampoco me dijo mucho, solo sé que está muuuy inspirada. 

—Sí, eso es verdad. —Nico pasó los dedos por mi cabello.

Justo en ese momento vibró mi celular sobre el tocador. Era mi padre. 

—¡Buongiorno, mia figlia! 

Vientos de Abril 🤎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora