5

6.2K 720 369
                                    

Antes de empezar: ¿Qué signo creen que es Kim?

5
"Creí que eras un chico diferente".

—¡Me sacaste mi blusa y jamás me la devolviste, Kass!

—¡Pero es que tu ropa es más bonita que la mía!

—Tú eliges tu ropa.

—¡Pero después no me gusta!

Intenté coger un poco de aire para que no me colmara la paciencia, pues recién eran las seis de la mañana y ya habíamos discutido como tres veces.

—Te paso la blusa si me pasas tu alisadora —propuse.

A regañadientes aceptó, así que me preparé para otro día en la oficina. Tenía un poco de sueño porque había estado estudiando para el examen de admisión. Necesitaba mucho puntaje y matemáticas se estaba convirtiendo en un obstáculo.

Algebra no era lo mío, definitivamente.

La cosa es que, por demorarme tanto con la ropa que me iba a colocar, sacrifiqué saltarme el desayuno para tomar el autobús. Ahora iba con hambre y de mal humor.

Me fui pensando sobre el limitado tiempo que tenía para estudiar hasta que llegué a la oficina. Me puse a barrer, limpié el ventanal y pasé el trapo por los muebles. Y aprovechando que no llegaba Nicolás y que aún me quedaba tiempo, derretí mi tostada con queso en el microondas y me puse a escribir las exageraciones que le diría a la asistente para que me dieran la beca de bajos recursos.

Estaba concentrada hasta que Vanessa entró de golpe a la oficina. Dejé de masticar mi pancito cuando observé su rostro de enfado.

Ya ni comer la dejan a uno.

—Ah, provecho; supongo que ya hiciste las facturas que te pedí.

—¿Ahora? Aún no comienza mi jornada laboral... —me defendí.

—¡Yo llego dos horas antes y ya tengo todo listo!

—¡Pero no es mi problema! ¡Yo trabajo las horas que me corresponden!

—Mira, Kim, tengo 42 años, llevo trabajando 21 años aquí, así que te tienes que adaptar a mí. ¿Entendido?

—Vanessa, trato de hacer lo mejor que puedo, pero no me pidas que llegue más temprano al trabajo, no lo haré. Estoy las horas que me corresponden y ya.

—No te irás de la oficina si no me tienes listo lo que corresponde. Es un trabajo básico, no creo que seas tan tonta. O déjame adivinar: ¡tal vez sí lo er...!

—¿A quién le dices tonta, Vanessa? —Quedé sorprendida cuando vi a la abuela Samantha cruzada de brazos detrás de nosotras.

Oh, oh... Vanessa se puso pálida.

—Yo... Bueno, yo...

—¿Desde cuándo le gritamos al personal? ¿Se puede saber? ¿Crees que por llevar años aquí tienes el derecho de pasar a llevar a los nuevos?

—Samantha, yo... Es que... Bueno, Kim es un poco lenta y se equivoca mucho.

—¿Te recuerdo todos los errores que cometiste cuando recién llegaste?

La castaña bajó la mirada.

—No hace falta.

—Bien, ahora ve a hacer tus cosas y déjame a solas con Kim. También tengo que llamarle la atención.

Mierda.

Vanessa, un poco ofuscada, se fue de la oficina. La abuela no se movió y no dejó de mirarme hasta que cerró la puerta.

Vientos de Abril 🤎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora