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4 de abril.

"Entonces una carta bastó para un adiós" 

S.M

Debería irme a vivir al monte. 

¡Es que los trabajadores del hotel eran más chismosos que mis tías! 

Bueno, nunca tanto. 

Por suerte, la jornada había terminado y Nico al fin me había pagado. 

Y le añadió algunos ceros demás al pago. 

Pensé en el hecho de que estaba invitada formalmente a su casa y eso me ponía nerviosa. De seguro su familia sabía vestir elegante y yo no tenía ropa de ese estilo. Solía usar chaquetas de mezclilla, sweaters, bolsos de tela y zapatillas de lona, no vestidos de alta costura. 

Por mí no hubiese asistido, pero quería conocer gente para tener oportunidades a futuro. Ya conocía a muchas personas que perdían puestos de trabajo porque jefes priorizaban a amigos y/o familiares. Quería aprovechar el momento para que me conocieran y vieran lo mucho que deseaba ser médica. 

La cosa es que estuve mirando un buen rato el maniquí de una tienda y me imaginé con el vestido que traía puesto. Era una tela de raso verde esmeralda que se ajustaba en la parte de arriba y tenía una caída hermosa hasta los talones. Quería probármelo, pero me daba vergüenza entrar y que no me alcanzara. Estaba aburrida de decir siempre: «solo ando mirando, gracias». 

Sin embargo, esta vez me había ganado la impulsividad y cometí una estupidez: terminé comprando el vestido a seis cuotas. 

A veces tengo gustos de rica en un cuerpo pobre, ¿ok? 

Bueno, igual tuve que correr para alcanzar el autobús. 

Cuando llegué a casa, me senté frente al espejo y dejé que Kass me maquillara. Era buena en eso; no había día en el que no mirara modelos de revistas de maquillaje y moda. Hasta había hecho un curso de manicure y papá fue el modelo de prueba. 

💅

—¿Segura que no se dieron ni un besito en el viaje? —preguntó—. Andrea me dijo que parecían un matrimonio —rió de manera pícara—. Dijo que algún día tendrán mini jefecitos.

Puse los ojos en blanco. 

—Decir mini jefecitos es redundante. —Fruncí el ceño. 

—Lo sé, pero suena bien. Quiero tener sobrinos algún día. ¿Cómo los llamarías?

—¡Ya deja eso! —reí nerviosamente—. No tiene sentido esta conversación. 

—¡Siempre me has dicho que te gustaría ser mamá algún día! Si tuvieras una niña, ¿cómo se llamaría? 

Mi sonrisa se amplió unos segundos al imaginarme siendo madre de una niña. 

—Fernanda. La llamaría Fernanda. 

—¿A quién llamarías Fernanda, jovencita? —Papá se cruzó de brazos en la puerta. 

—Pues a su futura hija —le contó Kass. 

—Mírenlas, hablando de hijas. Pobre de ustedes que me vayan a salir ahora con una bendición, ¿eh? 

—¡Es a futuro! —exclamó Kass. 

Papá y Kass estuvieron molestándome con Nico unos tortuosos instantes hasta que alguien tocó la puerta. Bajé la escalera y me quedé a la mitad cuando papá abrió. 

Vientos de Abril 🤎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora