Hacía años que soñaba con ver el mundo, con poder visualizar más allá del horizonte de Emerald Island. En eso se basaba mi vida: en imaginar cómo sería la vida fuera de allí.
Tal vez tendría un perro, o tal vez viviría sola, pero eso no importaba; en el fondo sabía que nunca saldría de allí.
Me levanté del suelo del acantilado en el que solía pasar el rato camino a casa, de vuelta a la rutina.
"Algún día saldremos de aquí", me susurré a mí misma.
Siendo mentira o no, lo único que quería era darme algo en lo que creer mientras siguiera en aquella isla.
Éramos pocos los que vivíamos allí; era como un pequeño pueblo donde todos se conocían entre sí, y lo más interesante que pasaba eran los chismorreos que compartían las señoras entre ellas. En total éramos 379 habitantes, viviendo en paz... o eso era lo que parecía desde fuera.
Emerald Island era todo lo que cualquier persona podía querer, una isla paradisíaca, con pocos habitantes y playas inmensas, pero eso era lo que yo no soportaba, tener la vida monótona que todos querían.
Entré a la tienda de mis padres haciendo que las campanillas de la entrada sonaran.
-Bienvenido a.... Oh, Tn, eres tú, ¿dónde has estado? Sabes que te necesitamos en la caja.- Protestó mi madre.
-Déjala cariño, tiene 17 años, déjala que tenga sus ratos libres, está de vacaciones.- Mi padre me guiñó un ojo.
-Está bien papá, la entiendo...
Con una sonrisa triste por parte de mi padre, me senté en la caja esperando a que alguien entrara por la puerta. Cosa que sabía que no pasaría, rara vez entraba alguien, y si lo hacía solía ser por la mañana, temprano, cuando el pan estaba recién sacado del horno y mi madre preparaba algún desayuno en la terraza.
Mis padres siempre habían trabajado allí, como la mayoría de la gente tuvieron la vida escrita, mis abuelos paternos llegaron a la isla antes de tener a mi padre, quienes firmaron el matrimonio de mis padres poco después de que naciera mi madre.
Cuando crecieron, tuvieron suerte de congeniar a la perfección, queriéndose como si se tratase de una pareja normal, de las que se habían conocido en una cita, o alguna fiesta. Mi padre comenzó a trabajar con mi madre en el negocio familiar después de casarse, y unos años después nací yo.
Técnicamente, yo también tenía la vida escrita, aún que no tenía un matrimonio firmado con nadie, ni vida era monotonía pura, y se resumía en ayudar en la tienda, y no era que me quejara, por lo menos tenía algo que hacer, la mayoría de los de mi edad, se pasaban los días encerrados en sus casas hasta que llegaban las ferias en agosto, cuando solo se dedicaban a subirse a la noria y a comer patatas fritas. Pero yo no quería eso, yo quería ver el mundo, explorar, y en aquella isla eso era algo que no podía hacer.
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𝒲𝒾𝓁𝒹 𝒮𝓊𝓃𝓃𝓎 𝒮𝓊𝓃 (Zoro x Reader)
FanfictionEn una remota isla habitada por pocos, Tn trabaja en la tienda de sus padres, sintiéndose atrapada en una vida monótona y predecible. Su rutina cambia drásticamente cuando un barco pirata ancla en la costa y, tras un encuentro inesperado, Tn es recl...