En una remota isla habitada por pocos, Tn trabaja en la tienda de sus padres, sintiéndose atrapada en una vida monótona y predecible. Su rutina cambia drásticamente cuando un barco pirata ancla en la costa y, tras un encuentro inesperado, Tn es recl...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Una de las cosas que más me asustaban de estar tanto tiempo con la misma gente en un espacio tan reducido como un barco, sin poder salir era crear situaciones incómodas o algún tipo de tensión entre ellos o entre nosotros.
Y ahora, estaba en el barco, con un chico que me tenía aparte de confundida, agobiada, un chico que se hacía llamar capitán, al que tenía que regañar constantemente, (lo amaba en verdad). Un cocinero que según él me había ayudado a hablar constantemente el peliverde, una chica que me perseguía para contarle mi vida, un animal que hablaba y un chico que solo mentía. Una tripulación un tanto extraña, estaba cómoda, creo.
La mañana después de haber hablado con Zoro recapacite en mi cabeza la conversación. Había hablado con él a la mañana, me había escondido de él en mi cuarto el resto del día, Sanji por la noche me visitó para traerme algo de cena diciendo que no dejaría que me muriese de hambre, y le conté todo, me dijo que ya sabía que actuaria así. Que no me preocupara porque no le había visto entrar aquí.
Salí del camarote armándome de valor, no sabia que hora era, pero parecía pronto, era de noche todavía, subí a la cubierta, no había nadie. Escuché unos ronquidos y me asusté, hasta que vi que era Zoro, entonces fue cuando bajé al baño, me lavé la cara y me peiné, no me cambié el pijama porque no había nadie para pedalear y que pudiera ducharme.
Cuando salí del baño seguía sin haber nadie así que como no necesitaba a Sanji para hacerme un café, preparé una buena cantidad para que el rubio no tuviera que hacerlo, cogí una taza y la leche y cuando me lo estaba echando un voz hizo que se me derramara un poco del susto.
-¿Me haces uno a mi?- Dijo Zoro con la voz ronca y bostezando.
-Eh si... Claro.- Limpié lo que se me había caído y serví dos tazas.
-¿Como te has despertado tan pronto?- Me preguntó llevándose la taza a los labios después de que se lo pasara.
-Eh... No podía dormir, supongo.- El alzó la vista hacia mi, estaba muy guapo, tenía el pelo alborotado y la camisa la tenía medio abierta dejando ver la cicatriz de su pecho, no pude evitar observarlo, analicé cada parte de él hasta que subí la mirada hacia su cara, y vi que me había pillado. Me sonrojé.- Zoro yo...
-No digas nada.- Él de acercó a mi y mi respiración se cortó al instante, sobre todo cuando dejó la taza en la encimera acorralándome contra ella.- Estás tensa...- Susurró.
-Y...Yo... No creo que esto sea...- Yo bajé la mirada para intentar seguir hablando sin tener que enfrentarme a esos ojos.- Sea...
-Dios cállate ya.- Él agarró mi mentón y junto sus labios con los míos interrumpiendo lo que iba a decirle.
Por primera vez era un beso suave, y a la vez lleno de una intensidad. Era como si todas las tensiones y confusiones que había sentido se desvanecieran en ese instante. Sus labios eran cálidos y firmes, y sentí que el mundo alrededor de nosotros se desdibujaba, dejando solo ese momento suspendido en el tiempo.
