En una remota isla habitada por pocos, Tn trabaja en la tienda de sus padres, sintiéndose atrapada en una vida monótona y predecible. Su rutina cambia drásticamente cuando un barco pirata ancla en la costa y, tras un encuentro inesperado, Tn es recl...
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Zoro estaba delante de mi, a escasos centímetros, los cuales se me hacían menos de los que eran.
-Te he hecho una pregunta.
Yo vacilé antes de responderle.- Ya me has oído.- Dije tragando saliva.
-Repítelo.- Demandó.- Atrévete a repetirlo.
Pase unos segundos mirándolo a los ojos, sin saber si contestarle o no, hasta que recordé lo mal que se había portado conmigo sin conocerme.
-Te he llamado desorientado y borracho.- Dije sería.
-¿Me lo estás diciendo tú?- Preguntó acercándose más.- ¿Crees que porque me vayas a dar comida voy a dejarte pasar una de tus tonterías? Te equivocas niña.
-No soy una niña.- Reproché retrocediendo.
-Si lo eres, te comportas como una.
Daba igual lo atrás que me echara, porque cada paso que yo retrocedía era un paso que él avanzaba.
-No me conoces.
-No me hace falta.- Zoro acercó su cara hacia mi oído y el olor a sake invadió mis fosas nasales.- Ten cuidado conmigo, niña.
Y con eso se alejó de mi y salió por la puerta de mi habitación.
Escuché pasos que bajaban las escaleras y suspiré, ¿que le pasaba a ese chico conmigo?
Me decidí a bajar detrás de él un rato después, encontrándome al peli verde lavando los platos en mi cocina, sin decir nada, me senté en la silla de la isla que había en medio de esta.
Me quedé observándole en silencio mientras él limpiaba su comida, los dejó a un lado guardándolos en su sitio, se dio la vuelta y sin darme tiempo a decir nada salió por la puerta.
"Por lo menos ha limpiado los platos", pensé.
Me levante a apagar las luces y subí corriendo a mi habitación, subí corriendo a la cama tirando las zapatillas a un lado y me asomé por la ventana, tenía curiosidad por saber a donde iba el chico.
Cuando desvíe la mirada por la ventana, le vi parado contra la pared de piedra que había frente a la verja de mi casa, se sentó en el suelo y se quedó ahí quieto unos minutos, yo seguía ahí, no sabía porque, pero ahí estaba yo, observándole.
De un momento a otro Zoro levantó la vista hacia mi ventana, chocando su mirada con la mía, no se sabía porqué pero no podía dejar de mirarle, hasta que me di cuenta de a quien estaba mirando, así que me di la vuelta sin decir nada.
