En una remota isla habitada por pocos, Tn trabaja en la tienda de sus padres, sintiéndose atrapada en una vida monótona y predecible. Su rutina cambia drásticamente cuando un barco pirata ancla en la costa y, tras un encuentro inesperado, Tn es recl...
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La camiseta...
Dios la camiseta...
Estuve un momento mirándole sorprendida, pero al final le hice caso, sólo era ropa, en peores condiciones me podría ver.
Nos dirigimos hacia un área más amplia en el gimnasio, donde había espacio suficiente para movernos sin restricciones. Comenzamos con los ejercicios de calentamiento, estiramientos y movimientos básicos, seguía enfadada con él, pero no iba a centrarme en eso ahora, habían cosas más importantes en las que pensar.
El peliverde se movía con agilidad y aún que yo intentaba seguirle el paso, era bastante difícil.
-Vamos, no te quedes atrás- gritó mientras lanzaba un golpe rápido.- No voy a perder el tiempo con alguien que no puede mantener el paso.
Yo asentí asqueada y traté de enfocarme. A medida que avanzábamos Zoro aumentaba la dificultad intencionadamente.
A medida que Zoro intensificaba los movimientos, la frustración que sentía en un inicio comenzó a transformarse en determinación. Con cada golpe y movimiento sentía como la adrenalina corría por mis venas.
-¡Venga! ¡No quiero que vuelvas a quedarte atrás!- Dijo lanzándome otro golpe que apenas pude esquivar. Su tono era desafiante, casi despectivo, como si se quejara de mi ritmo.
-Joder, que no soy un saco de boxeo- le respondí, tratando de conservar la compostura, mientras el orgullo se me encendía.
-Entonces deja de actuar como uno- replicó casi en tono de burla.
Se movía con una agilidad impresionante, y aun que trataba de seguirle el paso me era casi imposible, yo seguía intentándolo, a veces parecía que lo hacía para que me diera cuenta de que estaba lejos de llegar a su nivel.
-¡Concéntrate! No tienes tiempo para pensar en tonterías.- Espetó, mientras me lanzaba un combo rápido.
Me costaba mantenerme a su altura, pero su actitud me hacía querer esforzarme más, incluso si eso significaba tener que soportar sus comentarios un rato más.
La respiración se me estaba empezando a acelerar, y el sudor en mi frente se estaba haciendo de notar. Zoro en cambio, no se veía afectado, su expresión era fría y su mirada seria, casi como si estuviera evaluando mis movimientos.
-¿Eso es todo lo que sabes?- preguntó de nuevo a tono de burla mientras esquivaba el golpe que acababa de intentar darle, me estaba empezando a volver a frustrar.
