𝑭𝑳𝑬𝑪𝑯𝑨𝑺 𝑬𝑵 𝑮𝑼𝑬𝑹𝑹𝑨

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Ella era el poema más hermoso que el universo pudo haber creado, con una belleza igual de tímida que ella, pues se escondía de la atención del mundo que buscaba delgadas caderas y miradas perdidas

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Ella era el poema más hermoso que el universo pudo haber creado, con una belleza igual de tímida que ella, pues se escondía de la atención del mundo que buscaba delgadas caderas y miradas perdidas. Pero no se pudo esconder de mí. No, mejor aún, no quiso hacerlo. Se dejó ver por mí y me sentí bendecido.
Era delgada, sí, pero ancha en historias y memorias, tantas que no podrían caber en el horizonte, y su mirada no estaba perdida, oh no, ella sabía quién era y el camino exacto que quería seguir; era astuta, decidida y valiente. Y también algo tierna, pero eso no lo descubrí hasta que nos casamos.

Así es, lo conseguí, la conseguí en el altar así como ella consiguió mi corazón en la primera mirada. Esos ojos de venado que fingen inocencia pero en realidad estudian al cazador.
Me gusta presumir lo bueno que soy con el arco, pero la primera flecha entre nosotros la disparó ella, y yo me dejé caer como la presa débil que soy frente a su voz, Penélope, mi esposa, mi amada y mi todo.

Ella era todo mi mundo hasta que un par de ojos se asomaron de la piel de su vientre, y entonces creció todo lo que había en nuestra vida. Ojos jóvenes y curiosos, que no dejaban de estudiar el cabello oscuro de su madre como quien quiere contar todas las estrellas antes de que acabe la noche.

Se parecía más a su madre según decían las mujeres, pues yo no veía muchos rasgos, esos ojos oscuros me hipnotizaban por horas sin dejarme mirar a otro lado, al grado de quedarme dormido en la silla con mi hijo desparramado en el pecho. Mi hijo. Sí, tengo un hijo. Mi Telémaco. Y él está esperando en casa junto a su madre. Sí, ellos me esperan, porque me he marchado.

Es verdad, ahora lo recuerdo. Tenía que partir a la guerra, una guerra que no es mía, por un juramento que hice buscando la paz, pensando en ella, la única para mí. Ella que se quedó sola, ella que ha cuidado a mi hijo estos diez años...
Diez años. Es demasiado tiempo. Necesito volver. Tengo que volver con ellos, por favor, Dioses, déjenme volver con ellos, no dejen que caiga en batalla yo no quiero ese destino.
Sólo quiero verla, ella es el recuerdo más feliz de mi pasado, y desde esa primera mirada supe que sería todo mi futuro. Por favor, déjenme tener ese futuro.

Ya no quiero ser un héroe.
Quiero ser solo un hombre.
Ser sólo yo y nada más.

Odiseo de Ítaca.

Odiseo de Ítaca

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𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐀 𝐌𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora