𝑸𝑼É, 𝑪Ó𝑴𝑶, 𝒀 𝑻𝑶𝑫𝑶 𝑬𝑺𝑶

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Llegamos a Eea entrado el invierno, la época menos recomendable para hacer prácticamente cualquier cosa; Circe nos había dado dos meses, pero como dije, nos quedamos siete en su palacio, cuatro de ellos esperando a que la nieve y el frío dejaran d...

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Llegamos a Eea entrado el invierno, la época menos recomendable para hacer prácticamente cualquier cosa; Circe nos había dado dos meses, pero como dije, nos quedamos siete en su palacio, cuatro de ellos esperando a que la nieve y el frío dejaran de acechar los campos, y tres construyendo el esqueleto de un barco.

Uno pensaría que los fríos no llegarían tan directamente a una isla tropical como Eea, nosotros pensamos lo mismo y cometimos el grandísimo error de intentar talar la madera desde temprano. Incluso las primeras heladas de burda escarcha eran suficiente para hacer temblar a los más jóvenes, y en pocos días después de haber llegado la estación, las nevadas azotaron la isla y todo lo que había en ella. Nunca ví un invierno tan crudo como ese.

Todos nos quedamos en el palacio de Circe, acurrucados junto a la chimenea o enterrados en nuestras camas cuál roedores hibernando. Las ninfas también se quedaron dentro, dormían en una estancia diferente, pero eso no le quitaba a nadie la libertad de escabullirse hasta algún salón alejado para encontrarse con su amante. Hubo noches que no dormí por tener de fondo a un par misterioso que buscaban calor más allá de la chimenea, me daba miedo que Egan fuera a escuchar y a preguntar, así que me quedaba despierto tapando sus oídos e ignorando aquello lo mejor que podía.

Circe dormía sola en su cabaña, una pequeña casita de madera un poco distanciada del palacio, pero nos preocupaba, tal vez ser hija del sol le daba algún beneficio, pero de igual manera Polities y Elpinor la invitaron a quedarse con nosotros. O sea, era su palacio, pero el rechazo que ella sentía por ese lugar era palpable; aún así, accedió y se mudó a una habitación cercana al salón de las ninfas.

Desayunábamos todos juntos, unas sesenta sillas en el mismo comedor, me recordaba mucho a casa. Polities y Bemus a veces se sentaban en una mesa diferente a la designada nuestra, tenían un grupo de amigas/admiradoras entre las ninfas y a veces pasaban las comidas hablando con ellas, Elpinor y Peri también se distanciaron un poco, pero no en busca de compañía femenina, sino todo lo contrario.

El único que nunca se cambió de asiento fue Eury, que se vió obligado a jugar con Egan de vez en cuando. No sé en qué momento empezó a ponerse de mal humor cuando el pequeño le hablaba, pero eso era algo que solo yo notaba, y tal vez Poli, pero él estaba muy ocupado haciéndole ojitos a las ninfas como para decir algo al respecto.

Los intervalos de tiempo que no nevaba, salíamos a cazar, y en una de esas ocasiones no pude convencer a Egan de que permaneciera dentro al cuidado de Circe, insistió tanto en venir que se le cayó el engaño más grande que jamás ha hecho, al menos hasta donde sé.

Nadie lo vió gatear más allá de aquellos días en el barco cuando me obligó a atarlo con correa, llegué a pensar que se había lastimado las piernas durante el tsunami, pues desde entonces no quería nada más que ser llevado en brazos a todos lados, solo se dejaba de algunos, cuando yo estaba ocupado pedía a Polities o a Bemus, a veces se quedaba horas jugando con Elpinor y Peri, viendo a sus ranas raras entrar y salir del estanque termal que Circe les había regalado dentro del palacio, Egan era más o menos del tamaño de esas criaturas cuando llegamos a la isla, y pasados esos siete meses les llevaba ya una altura notable, suficiente para que ya caminara.

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⏰ Última actualización: 7 days ago ⏰

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