𝑷𝑨𝑳𝑨𝑩𝑹𝑨𝑺 𝑯𝑬𝑪𝑯𝑰𝒁𝑨𝑵𝑻𝑬𝑺

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Euríloco me indicó el camino hacia el supuesto palacio antes de partir al encuentro con Polities, confiaba en que ellos defenderían bien a mi hijo y a Perímedes, así como ellos confiaban en que yo traería de regreso al resto de la tripulación

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Euríloco me indicó el camino hacia el supuesto palacio antes de partir al encuentro con Polities, confiaba en que ellos defenderían bien a mi hijo y a Perímedes, así como ellos confiaban en que yo traería de regreso al resto de la tripulación. Tenían sus esperanzas puestas en mí, en qué su Capitán trajera de vuelta a nuestros compañeros, así que dí el primer paso adelante y grité al viento lo que había encerrado en mi pecho.

—¡¡Estoy harto!!—Los pájaros de toda la isla salieron volando, y por fin pude respirar un poco mejor—... ¿Qué clase de maldición éstoy cargando?

Tenía que idear un plan infalible si quería enfrentarme a una hechicera, si Euríloco había salido corriendo era porque no había forma de ganarle una batalla cuerpo a cuerpo, mi cuñado tenía una gran habilidad en batalla y no le sería difícil someter a una bruja solitaria. Ella era demasiado poderosa, y el cuerpo entero me dolía como si me hubieran machacado entre dos piedras por los últimos diez años, mi espada no serviría, y dudaba que con palabras amables pudiera engañarla.

—Y supongo que es demasiado tarde para pedir tu ayuda ¿Verdad, maestra?—Aunque más que rencor, había preocupación por ella—¿Dónde estás?

La vegetación de la isla parecía tener vida propia, aunque no había viento podía ver las hojas de los arbustos moverse en sintonía, los árboles se inclinaban para acá y para allá, el ambiente cargaba un fuerte aroma a aniz tostado, como el que ofrecían en los mercados de Itaca cuando yo y Eury jugábamos a las carreras. No pude evitar sonreír con ese recuerdo, éramos igual de altos en ese entonces, y nuestras peleas eran por ver quién trepaba más rápido la ladera hasta casa de su madre.

—Ella está un poco ocupada ahora, mi amigo—Sentí un aliento cerca de mi nuca—Pero debo reconocer que ha sido un discurso inspirador el que has dado.

Me levanté enseguida, no conocía esa voz,  no era ninguno de mis hombres y era imposible que un simple marinero tuviera una fuerza tan endulzante en las palabras.

—¡¿Quién eres?!—Desenvainé la espada de inmediato al darme la vuelta, pero cuando lo hice mi pregunta perdió completo sentido.
—¡Tranquilo amigo!—Alzó sus perfectas manos frente a la toga reluciente de su pecho, y las alas de su casco revolotearon con su voz—Vengo en son de paz y, tal vez, tenga algo que pueda ayudarte a rescatar a tus hombres.

Me extendió una de sus manos a la altura de mi nariz, lo hizo sin ningún esfuerzo, porque sus pies no estaban tocando el suelo. El casco le cubría la mitad superior de la cara, pero solo un tonto pediría ver los ojos de un Dios, era imposible no reconocerlo, “Aquel que viene y va”, el Dios que viaja entre mortales.

—Hermes—Sonó más a pregunta, no pude evitarlo, más cuando pasó la sorpresa procesé sus palabras—... ¿Qué has dicho?
—No se debe molestar a una mujer como Circe, pero considérate afortunado, tienes mi bendición para evitar un mensaje que pueda vencerla.

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐀 𝐌𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora