𝑪𝑶𝑹𝑨𝒁Ó𝑵 𝑹𝑶𝑻𝑶

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Su canto hace abrir mis ojos para recibir la mañana

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Su canto hace abrir mis ojos para recibir la mañana. Nuestras sábanas están revueltas después de una noche de viento, de viento y cariño. Ella está de buen humor, me levanto y la veo sentada en la hierba a unos metros de nuestro árbol. El sol se dibuja con luces doradas en su cabello negro, se ve preciosa.

-Mi amor-La saludo, mi garganta arde en ansias por decir su nombre-Penélope.
-Buenos días dormilón-Ella se da media vuelta y sus ojos de venado me miran, me derriten-No quisimos despertarte.
-¿Quisimos?

No había visto a nadie más en el lugar, él estaba escondido entre las flores y saltó como un león hacia su presa, me derribó de nuevo sobre la cama y ambos rieron por mi caída en la trampa.

-¡Sorpresa papá!-Es mi viva imagen, él se parece tanto a mí que da miedo-¡Tienes que estar en guardia! ¿Qué tal si te atacan?
-Nadie atacará a nadie-Le digo mientras me lo quito de encima, aún es ligero-Aquí estamos seguros.

Telémaco se sienta en mis piernas y se ríe por mis cosquillas, aún es pequeño, un niño, diez años son muchos, pero no demasiados, aún me quiere, aún puedo enseñarle muchas cosas.

-¿Nos llevarás a cazar hoy, padre?-Su entusiasmo ilumina más que el sol.
-¿Llevarlos?-me confundo.
-No a los dos-Le responde su madre por mí-Solo a tí, tu hermano aún es muy pequeño para esas cosas.

No lo había notado. Que tonto. Pero nadie puede culparme, Teléganfir se ve tan correcto dormido en su pecho que es extraño pensar que no es parte de ella. Se ve tan a gusto, tan dulce y sereno, como su madre.

-¡Pero madre! ¡Egan también puede venir!-siento una lucha interna, no sé qué es más tierno, su puchero o el apodo que le ha puesto-¡Él es fuerte! ¿Verdad papá?

El momento de decidir me ha llegado, me veo atrapado entre dos de las miradas que más amo, con ambas pidiéndome el apoyo a su causa. Pero solo una de ella tiene el poder de decidir cómo dormiré ésta noche.

-Escucha a tu madre, tu hermano aún es pequeño-Y ella me da un beso en la mejilla, me siento un chiquillo enamorado-Egan estará bien con tu madre.

Penélope se acerca a mí y se para entre mis piernas, dejando a mi segundo hijo a la altura de mi rostro. Está dormido, el arrullo de su madre funciona tan bien como con su hermano cuando tenía su edad, y solo yo puedo ser tan torpe como para romperlo.

-Mi pequeño ciervo-susurro, pero aún así lo despierto.

Estoy a punto de ser regañado por mi esposa hasta que se da cuenta de que el pequeño no ha roto en llanto, solo abrió sus enormes ojos negros para estudiarnos a ambos, y luego a su hermano. Mueve sus brazos y patalea cuando lo ve, se emociona y balbucea "Telec ,Telec ,Telec"

-Sí hermanito, ese soy yo-Se parece tanto a mí, se emociona igual-¿Puedo cargarlo madre?

Penélope se lo concede, lo pasa al otro pecho y se asegura de que Telémaco lo esté cargando bien, luego ella se deja caer sobre mí, su peso me hace sentir pleno, así es como deben de ser las cosas. Siento a mis hijos jugando en la orilla de la cama y a mi esposa acomodar mi cabello desde arriba mío, me arrulla igual que a ellos, me quita la armadura y regreso a ser solo un pastor, un esposo y padre, un hombre y nada más.

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐀 𝐌𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora