𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐀 𝐌𝐀𝐍

𝑪𝑼𝑬𝑵𝑻𝑶𝑺 𝑫𝑬 𝑵𝑶𝑴𝑩𝑹𝑬𝑺

Las tropas de Menelao fueron las primeras en abandonar la playa, con el motivo de la guerra en sus manos, varios navíos ya se perdían en el horizonte cuando mis hombres y yo subíamos las últimas provisiones a las bodegas. El sol caía furioso sobre nosotros en Troya, y más allá en la lejanía del océano las nubes prometían aplacar el calor un poco. Era un día prometedor.

-¡Comandante! Las cuerdas están listas. ¿Las colocamos ya?

Todos estábamos de arriba para abajo, cargando y empaquetando todo rastro de nuestra vida ahí, era mi trabajo repartir las tareas con base a las habilidades de cada quién y ver que todos hicieran su parte sin holgazanear.

-¡Comandante!-Ese era Euríloco, ni siquiera tuve que mirarlo-Terminamos ya de subir el vino, ¿Qué hacemos con el espacio que sobró?
-¿Sobró espacio?-No debía de.
-Sí, la mayoría de las armas que trajimos han perdido su utilidad, la tela no es mucha y la comida... Bueno, ya sabe.

Lo sabía, no era fácil hacer crecer los cultivos tan cerca de agua salada, y aún cuando nuestro campamento se extendió mucho más al fondo del lugar, la tierra parecía rehuir nuestra presencia y se negaba a darnos abundancia.

-¿Todos los barcos tienen suficiente? ¿Te fijaste?
-Yo no diría suficiente, Comandante, más bien lo justo. Pero, todos tienen la misma cantidad, si a eso se refería.

Él era así, capaz de contar los granos de arroz de cada plato con tal de dar siempre porciones equitativas, a veces me preguntaba si no sería hijo o descendiente de Némesis.

-Bien. Asegúrate de que no se vaya a caer nada y déjalo así, nunca está de más tener un poco de espacio-No teníamos planeado visitar muchas ciudades de camino, pero algún mercado podríamos encontrar-Por cierto, ¿Cómo está Polities? ¿Lo has visto?
-¡Ja! Claro que lo he visto. Se la ha pasado caminando frente a todos, sonriente como sátiro en pradera-Sí, se escuchaba como él-Me parece que ha estado alardeando mucho de su licencia para holgazanear.
-No está holgazaneando, tiene una tarea también.
-¿Por qué la suya es arrullar a la criatura y yo tengo que cargar cajas y cajas?
-¿Quieres cambiar de lugar?
-No, gracias.

Nos reímos de eso.
Los tres habíamos hablado en privado esa mañana, poco antes de que el resto de nuestras tropas se despertaran y empezara a haber movimiento en nuestro pedazo de campamento. Atamos algunos cabos que habían quedado sueltos el día anterior, tales como la falsa historia que daríamos sobre el bebé y por qué no lo había presentado antes; ⟨⟨Diremos que preferí esconderlo, por si la furia troyana decidía atacar descendencia⟩⟩ y era bastante lógico, Euríloco dijo que sonaba a algo que yo haría si dejábamos de lado la infidelidad, y si lo decía él no debía haber falla alguna.

-¿Cómo está el niño?-Me aventuré a preguntar, con los nervios arañando por salir.
-Risueño con su nuevo tío, y con el montón de miradas que hay ahora sobre él.
-Claro, lo ha de estar presumiendo como si fuera suyo...
-¿Y no podríamos decir que lo es? Polities se ve bastante feliz, ¿Sabes?
-Claro que está feliz, el niño ríe y lo vuelve el centro de atención. Espera a que haya que cambiarle la ropa o calmar su llanto.