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𖹭 𔘓 𖹭
Habían empezado hablando de lo asquerosos que fueron los baños cuando estuvieron en la escuela. Luego Jennie le contó a Lisa que estudiaba para ser sexóloga.
¿Cómo diablos ahora habían vuelto a coquetear?
—Puedo madrugar por ti—decía el mensaje de Lisa con un emoji que (según Jennie) era digno de una señora que tenía fotos de piolines descargadas en el celular.
A modo de broma respondió:
—Que gran acto de amor—respondió Jennie con un emoji de corazones puesto a modo de broma.
La conversación entre Jennie y Lisa había tomado un giro inesperado, pasando de recuerdos escolares a coqueteos. La broma de Lisa sobre madrugar por Jennie había provocado una sonrisa en su rostro, y la respuesta juguetona de Jennie no tardó en llegar.
Lisa, captando el tono divertido, respondió con otro mensaje coquetón:
—Ya ves. Nunca lo he hecho por nadie, eh—jugueteó Lisa através del mensaje.
Una risa boba salió de los labios de Jennie.
—Perfecto, ahora besémonos—mandó la bomba sin pensarlo dos veces, el mensaje burlón pero con ese rocío de picante que siempre las mantenía en el límite de algo más.
Lisa, al leer el mensaje atrevido de Jennie, se quedó momentáneamente en shock antes de que una sonrisa amplia se dibujara en su rostro. La audacia de Jennie siempre lograba sorprenderla, y esta vez no era la excepción. Decidió no dejar pasar la oportunidad de jugar con el nuevo tono de la conversación.
—Eso no es muy difícil—admitió Lisa, siendo esta una broma. Aunque quizás, solamente quizás dejaría de serlo.
El mensaje de Lisa dejó a Jennie con una mezcla de sorpresa y excitación. La forma en que Lisa respondió al desafío, mostrando apertura y quizás un toque de interés, hizo que el corazón de Jennie latiera un poco más rápido.
Nerviosa, y sin tener idea de si era broma o si era en serio, cambió sutilmente de tema. O bueno, sutil según ella.
—En otros temas—desvió Jennie, apretando inconscientemente las piernas, envió el mensaje y Lisa respondió rápidamente volviendo al tema principal:
—Sí, bueno. Ya sabes, que si necesitas hablar con alguien, desahogarte o lo que sea, pues acá estoy—escribió Lisa con una sonrisa ladina.
Jennie se sintió aliviada al ver que Lisa estaba dispuesta a mantener la conversación abierta, incluso después del giro coquetón. La oferta de Lisa para estar allí para escucharla le dio un reconfortante sentido de apoyo.
—Lo aprecio mucho—respondió Jennie, agradeciendo que Lisa no pudiese ver el sonrojo en sus mejillas—. Me duelen los dedos de la mano izquierda—admitió Jennie, escribiendo y tecleando con una ligera incomodidad en sus falanges.
