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𖹭 𔘓 𖹭
Sintió el cálido aliento de Lisa deslizarse sobre la piel de su cuello, justo después de que la mayor dejó un suave mordisco en su piel blanquecina. Jennie hizo una mueca involuntaria, una mezcla de sorpresa y placer, mientras su cuerpo se estremecía ante la inesperada sensación. Lisa, notando la reacción de Jennie, sonrió contra su cuello antes de suavizar el mordisco con delicados besos.
Jennie cerró los ojos, dejándose llevar por las sensaciones que Lisa despertaba en ella. Podía sentir cómo los labios de la mayor se movían con ternura, lamiendo la pequeña marca que había dejado en su piel, como si quisiera borrar cualquier rastro de dolor con su toque. Lisa continuaba elevando el suéter de Jennie, sus manos deslizándose lentamente por su cuerpo, dejando un rastro de calor a su paso.
—Mmm, sabes tan bien...—susurró Lisa contra su piel, su voz ronca y cargada de deseo.
Jennie sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ante el tono de voz de Lisa, notando cómo su propio deseo crecía con cada caricia y palabra. A pesar de la timidez que aún la envolvía, no podía negar el placer que sentía al estar tan cerca de Lisa, con cada beso y caricia despertando algo profundo en su interior.
—Lisa...—murmuró Jennie, apenas un susurro, mientras sus manos se aferraban a los hombros de la mayor, buscando algún tipo de apoyo mientras su cuerpo respondía a las atenciones de Lisa.
Lisa, al escuchar la suave voz de Jennie, levantó la cabeza para mirarla a los ojos. La mirada de Jennie estaba llena de deseo, pero también de vulnerabilidad, una combinación que hizo que el corazón de Lisa latiera con fuerza. Con una sonrisa tierna, Lisa bajó la cabeza nuevamente, sus labios capturando los de Jennie en un beso suave pero lleno de promesas.
—No tienes idea de cuánto me gustas, Jennie—murmuró Lisa contra sus labios.
Gimió contra los labios de Lisa mientras la sentía prácticamente comerle la boca. Se aferro a sus hombros y gimoteo mientras la mayor abría sus piernas con suavidad. La calidez del tejido del suéter ahora estaba por encima de sus pechos y llegando a sus costillas.
Lisa se separó apenas unos centímetros de sus labios, sonriendo de manera ladina al ver la expresión de Jennie, una mezcla de deseo y timidez. Con movimientos deliberadamente lentos, Lisa bajó la mirada hacia el torso de Jennie, sus ojos brillando con una oscura mezcla de lujuria y adoración.
—Eres preciosa, Jennie—murmuró Lisa, su voz gruesa y cargada de un deseo apenas contenido—. Me encanta verte así, tan expuesta... tan mía.
Jennie sintió cómo su corazón latía con fuerza ante las palabras de Lisa, y una mezcla de vergüenza y excitación la invadió. No estaba acostumbrada a ser vista de esta manera, y mucho menos a ser el objeto de una atención tan intensa. Sin embargo, había algo en la forma en que Lisa la miraba, en la manera en que la tocaba, que la hacía sentir segura, deseada, como si estuviera exactamente donde debía estar.
