Capítulo 1

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Capítulo 1 | "El reencuentro"

Riley Duncan

Camino con la cabeza gacha por los pasillos de la universidad hasta llegar a la salida, escucho a la gente murmurar con cada paso que doy, como siempre lo hacen, como ha sido todo este último año. No alzo la cabeza, simplemente queriendo que, por primera vez en todo este año, dejaran de notar mi presencia.

Aunque mi cabello no sea de mucha ayuda, con su llamativo color entre rojo y naranja.

Llego a la salida, buscando el coche del chofer que mis padres me han designado. No puedo conducir, después de todo. No luego...

No luego del accidente.

Elimino rápidamente los pensamientos del accidente de mi mente, me ha costado salir del bucle de autocompasión luego de meses, no puedo hacerlo de nuevo.

No vayas por ahí, Riley.

Subo rápidamente al auto, donde el chofer se encarga de llevarme a casa.

De casa a la universidad, de la universidad a la casa, no se me permite ir a otro sitio.

Llego a casa y subo a mi habitación, aventando la mochila en algún lado, sin importarme demasiado.

Veintidós años. Tengo veintidós años, y sigo pareciendo una adolescente castigada por sus padres.

Observo las fotografías en las paredes de mi habitación, perdiéndome en ellas, en nuestras fotos. Las fotos que él se encargó de colgar justo ahí, cada vez que se colaba en mi habitación, en algunas de esas tantas noches en que estuvo aquí.

Me detengo en una fotografía en específico. Es mi favorita.

La detallo demasiado. Detallo su sonrisa, sus ojos negros brillando con diversión, viéndose un poco más brillosos por la luz del flash que se refleja en ellos, está sacando el dedo medio a la cámara mientras me rodea con su otro brazo, atrayéndome a su pecho. Lo único que puede verse de mí es mi cabello rojo, contrastando con su sudadera negra, al igual que mi sonrisa, oculta en su cuello.

Se veía feliz, me pregunto si realmente lo era.

Sigo mirando las fotografías en la pared, intentando ver todo lo que conservo de él, también encontrando todo lo que conservo de ella.

Basta, Riley.

Mis ojos se llenan de lágrimas, recordando todo, los gritos, el sonido de las llantas chirriando contra el asfalto, las bocinas de los otros autos.

No, Riley.

El sonido de la puerta abriéndose de golpe me saca de mis pensamientos.

— ¿Otra vez viendo las fotografías?

No respondo, no quiero que vuelva a gritarme, aunque igual lo hará, siempre encontrará un motivo, porque así es Amanda Marcus, mi madre.

— Me han llamado de la universidad, Riley.

Mierda.

Aunque lo esperaba, a decir verdad.

— ¿Vas a explicarme qué ha pasado? ¿Por qué siempre estás metiéndote en problemas?

— Habían pintado cosas en su casillero.

— ¿Y eso es motivo suficiente para que casi te liaras a golpes con una chica?

Sonrío un poco.

Sí, se lo merecía.

Mi madre suelta un suspiro agotador.

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