Capítulo 10

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Capítulo 10 | "Duncan Legal Force"

Riley Duncan

Luego de conseguir una habitación en algún hotel cercano al estadio, dejando la pequeña maleta sobre el suelo y lanzándome a la enorme cama, me desplomo.

Ha sido agotador.

La vida es agotadora.

Nada más amanece, ignorando las llamadas y mensajes que continúan entrando a mi teléfono, tomo un taxi hacia el bufete de abogados de mi padre, DLF.

Duncan Legal Force.

Nada más llegar a recepción debo batallar un tiempo con la recepcionista, quien se niega a creerme que soy la hija de Stefano Duncan. Al menos hasta que le muestro mi identificación, la que la hace palidecer.

Finalmente me deja pasar al despacho de mi padre.

Subo hasta el último piso, donde se encuentra su oficina. Nada más llegar lo encuentro sentado tras su escritorio, tan imponente como lo recuerdo. No lo he visto hace años, aunque mantengo sus mensajes amenazantes guardados en mi teléfono, al igual que sus llamadas grabadas en mi mente, con sus gritos perforándome los tímpanos luego del accidente.

— ¿A qué debo el placer de que finalmente hayas decidido visitarme, Riley? — su voz es tosca, como todo de él.

— Darlan está aquí, vino a buscarme — es todo lo que digo.

Mi padre se endereza en su silla, furioso.

— Imagino que ya lo solucionaste — gruñe.

— De haberlo solucionado, no estaría aquí, ¿no crees? — ironizo, su mandíbula se tensa — Las conversaciones de padre e hija nunca han sido nuestro fuerte.

— No puedo ayudarte, Riley.

Esta vez soy yo quien enfurece, caminando hasta su escritorio en grandes zancadas.

— Estuve investigando — comienzo — Hace poco más de un año, el día de mi accidente, cuando llegué en estado grave al hospital, mamá te llamó — hablo, tratando de que mi voz no tiemble demasiado — Pero tú decidiste no decirle a Lucas, no le informaste de nada. No lo hiciste, porque justo ese día fue cuando Lucas debutó con los Dodgers. Y preferiste callarte.

Mi padre me observa, atónico. Claro que no esperaba que yo lo supiera.

— ¿Y qué esperabas que hiciera, Riley? — se levanta — Si Lucas no jugaba ese juego, podrían haber cancelado su contrato.

— Era mi vida la que estaba en juego, papá.

— Tu vida no vale tanto como la carrera profesional de tu hermano.

Sus palabras arden en lo más profundo, rasgan mi corazón de manera irreparable, mis ojos se cristalizan antes de que pueda prevenirlo, pero él sigue hablando.

— Sólo dale al chico lo que quiere y ya está, Riley — habla, refiriéndose a Darlan.

— ¡No! — niego — ¡Esto no es lo que Sheila hubiera querido!

— ¡No me interesa lo que tu estúpida amiga y su hermano hubieran querido! — explota — Sólo dale al chico lo que quiere. Mi carrera y la de tu hermano no se vendrá abajo por tu culpa.

— ¡Sólo eso te importa, tu asqueroso dinero! — exploto — Ni siquiera te importa Lucas, sólo lo que su figura pública representa para ti.

— Claro que me importa tu hermano.

— ¿Entonces por qué no le dijiste sobre mi accidente?

Titubea, pero eso ya es respuesta suficiente.

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