Capitulo 1 - Comienzos.

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Era inevitable pensar en el cambio que iba a
experimentar mi vida dentro de unas pocas horas
de hecho, apenas había podido pegar un ojo
esta noche debido a los nervios. Mire el reloj de mi mesilla, que no marcaba más de las ocho de la mañana y todavía faltaba una hora para que sonase la alarma.

A mi lado dormía Taylor, abrazándome por la cintura.
Había pasado la noche conmigo porque sería
quién me llevase hasta mi nueva casa.

Intente cerrar los ojos de nuevo, pero era imposible
volver a conciliar el sueño.

–¿Tienes pensado dejar de moverte en algún momento? – Hablo Taylor con la voz ronca.

– ¿Perdón te he despertado?

– No pasa nada.

Bostezo, revolviéndose un poco más en la cama.
Levantó la cabeza para ver la hora, dejándola caer
de nuevo sobre la almohada con un suspiro.
Volvió a bostezar antes de estirar los brazos
en mi dirección.

– Ven aquí – hizo que me acurrucara a su lado –. ¿Qué te preocupa?

– Todo.

– Ya lo hemos hablado, keeks, no va a pasar nada.

– Lo sé.

Plantó cuidadosamente un beso en mi mejilla,
luego otro en la comisura de mi boca y otro más
en mi labio inferior. Salí de su abrazo para sentarme a horcajadas sobre su cuerpo, justo sobre su cadera.
Sus manos fueron directas a mi cintura por debajo de la camiseta del pijama.

Me agaché lentamente para darle un beso, pero fue
Taylor quien levantó la cabeza para acortar la poca
distancia que nos separaba. Su agarre en mi cintura se hizo más fuerte, así que yo, aprovechando que el sueño se nos había ido por completo, comencé a
subir su camiseta.

–Espera – me separó con la respiración entrecortada –. ¿Cuánto tiempo tenemos?

Mire de nuevo el reloj.

– De sobra.

–Genial.


***

El tiempo pasaba demasiado deprisa mientras yo
miraba el paisaje a través de la ventana del coche.
Hace ya rato que habíamos dejado atrás la autovía
para dar paso a la ciudad con sus enormes edificios
y la gente corriendo en todas direcciones.

Supe que habíamos llegado cuando el motor se detuvo y ya no sonaba ese ruido constante que
desprendía.

Mi corazón se aceleró cuando escuché la puerta del
piloto abrirse. Cerré los ojos y respiré hondo antes de bajar del vehículo.

– ¿Me prometes que hablaremos todos los días?

– Como te dije las mil veces que me has
preguntado  antes, sí– contestó, cerrando el maletero tras  haber sacado mi maleta y se
acercó a mi.

Este verano, me había mentalizado muchísimas
veces que este momento tarde o temprano llegaría
y, en ese entonces, la idea me parecía sumamente
atractiva. Ahora, simplemente, quería que fuese
junio de nuevo.

El sol daba a Taylor directamente en la cara
haciendo que sus ojos marrones brillaran más de lo
normal y en su pelo rubio oscuro se dejarán ver
leves reflejos color oro. Me regalo una sonrisa al
tiempo que su mano acariciaba suavemente mi
mejilla. Cerré los ojos deseando que su contacto
con mi piel durará lo máximo posible.

–Te quiero– dijo en un susurro. Sus palabras se hicieron eco en mi cabeza y acorté la poca distancia
que nos separaba para darle un beso–. Keeks, vamos a estar bien.

Inevitable - ruski Donde viven las historias. Descúbrelo ahora