Capitulo 17 - Casi como en casa.

601 32 17
                                    

Tras la discusión que tuvimos Rus y yo hace unos
días, ninguna había vuelto a sacar el tema. A pesar
de que al final no le conté nada sobre Luis, sentía
que me había quitado un gran peso de encima.

Aún así, sabía que tarde o temprano se lo iba
a tener que contar.

Hoy estaba demasiado ansiosa porque era el día en que llegaban mis padres para pasar las Navidades.
Según me ha dicho mi madre cuando hemos
hablado por teléfono, llegarían a lo largo de esta
tarde por lo que tendría tiempo de salir de la
universidad, comer y descansar antes de verlos.

Se me iba a hacer eterna la espera.

Lucas me dio unos golpecitos en el brazo para
despertarme de mi ensañamiento. La clase había
terminado y sólo quedábamos nosotros dentro del
aula. Recogí los pocos folios que había sacado
para no acabar tomando apuntes y los guardé
sin cuidado en el bolso.

Se empezaba a notar que los exámenes finales
estaban a la vuelta de la esquina porque hoy no
había venido apenas nadie a clase y el profesor
había acabado diez minutos más tarde de su
hora terminando de repasar todo el temario.

Colgué mi bolso sobre mi hombro para comenzar
a salir. Una vez fuera, lo primero que vi fue a
Claudia junto a una farola esperando a Lucas.
Claudia era la chica que Lucas conoció hace unas
semanas en el gimnasio. Durante los primeros
días no paraba de hablarme de ella, emocionado.
La conocí personalmente hace no mucho cuando
también se acercó a recogerle de clase, resulta
que su facultad estaba al lado de la nuestra
porque estudiaba medicina.

La saludé y me respondió con una sonrisa, como
las pocas veces que habíamos coincidido. Se peinó
suavemente su flequillo pelinegro antes de
sonreír a Lucas.

–Te escribo luego para ir a estudiar, ¿vale?

–Perfecto –respondí.

Me dio su famoso abrazo con dos besos en la
cabeza antes de agarrar a Claudia de la mano y
alejarse. Di media vuelta para caminar hacia el lado
contrario dirección a la parada del metro, pero una
chaqueta de cuero junto a una camisa de cuadros
captó toda mi atención.

Parpadeé varias veces para confirmar que eran
mis padres los que estaban parados al lado de
la carretera.

¿Qué hacían aquí? Se suponía que llegaban
esta tarde.

Sin decir más, corrí hacia ellos encontrándome
con mi madre a mitad del camino. Me envolvió
en un abrazo que incluso me levantó del suelo.
Por lo menos no ha comenzado a darme vuelt...

No he dicho nada.

Me revolví un poco, pero finalmente dejé de
resistirme porque yo también le había echado
demasiado de menos.

Cuando me bajó, comenzó a repartir besos por
toda mi cara.

–¿Siempre tienes que hacer lo mismo? –
refunfuñe.

–Cuando tengas hijos que se vayan a estudiar
fuera, me entenderás.

Acunó mi cara entre sus manos antes de darme
un último beso en la frente. Llegamos con mi
padre que había observado toda la escena,
divertido.

–Podrías haberme ayudado –dije nada más verlo.

–Es que ver a tu madre así es más divertido.

Puse una mueca de enfado la cual ignoró para
darme un abrazo, pero él suyo fue normal. Al
separarse, estiró las pocas arrugas que se
habían formado en su camisa.

Busqué a mi alrededor, frunciendo el ceño. No
había saludado a todo el mundo.

–¿Dónde están...?

Inevitable - ruski Donde viven las historias. Descúbrelo ahora