Capítulo 22 - Inevitable.

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No sé en qué momento había pasado un mes.

Estar tantas horas en el hospital estaba haciendo
que perdiese por completo la noción del tiempo,
pero estaba muy feliz. Desde que comenzamos las
prácticas, Lucas y yo habíamos estado en Pediatría,
Medicina interna y, la sección en la que estábamos
ahora, Urgencias.

Yo pensaba que nada podía ser más estresante que
trabajar con niños debido a todo lo que lloraban,
chillaban y pataleaban, pero estaba complemente
equivocada. Estar en la zona de urgencias era una
nueva aventura, ya no cada día, sino cada hora.
Desde accidentes múltiples de tráfico hasta una
leve caída en mitad de la calle. Podías encontrar de
todo y casi no tenías tiempo de parar a descansar.

Por lo menos, mi turno de hoy estaba a punto de
terminar.

No veía la hora de llegar a casa y tumbarme junto a
Rus a ver nuestra serie o simplemente a no hacer
nada, ya que rara vez aguantaba más de un capítulo
debido a todo el cansancio que llevaba encima.

Aunque hoy estaba más cansada que otros días
porque Rus no había dejado de dar vueltas en
toda la noche y me despertaba cada pocos minutos.
Incluso en un momento dado me giré hacia el
teléfono para mirar la hora siendo las cinco menos
cuarto de la madrugada. Alcancé un audífono y me
lo puse. Me voltee hacia Rus, que estaba tumbada
boca arriba con las manos debajo de su cabeza
mientras miraba fijamente a la oscuridad del techo
con la expresión algo perdida.

–¿Estás bien? –susurré.

Desvío los ojos hacia mí, percatándose de que
estaba despierta y tratando de sonreír para no
preocuparme.

–Sí.

–¿Seguro? No has parado de moverte. ¿Quieres
que me vaya a mi cama y te dejé espacio?

–¡No! –se apresuró en responder–. No quiero que
te vayas.

–Vale, vale, no me voy –la tranquilicé, aceptando
el abrazo que me dio y acomodándome sobre su
pecho–. ¿Seguro que no te pasa nada?

Noté su cabeza asentir sobre la mía. Respiré
profundamente sintiendo como apretó un poco
más el abrazo para después depositar un beso
sobre mi cabeza.

–Te quiero muchísimo –dijo sin aflojar su agarre
–. No lo olvides nunca.

Fruncí el ceño al no entender su repentino
comportamiento. A pesar de que al principio opuso
algo de resistencia, me separé y me enderecé para
poder mirarla a los ojos. Estaban algo brillantes.

–Yo también te quiero –respondí.

Presionó con urgencia sus labios contra los míos
antes de volver a colocarnos en la posición anterior.
El poco tiempo que quedaba hasta que sonase mi
alarma permanecimos en la misma postura,
pudiendo dormir sin ninguna interrupción. Y, por
lo menos, cuando tuve que levantarme para venir al
hospital, Rus estaba tan profundamente dormida
que ni siquiera se enteró del besito de despedida
que le di.

–¿Has llevado ya las muestras que te di al
laboratorio? –me preguntó Camila, la jefa de
enfermeras, cortando mi hilo de pensamientos.

–Sí.

Si hay alguien que sí llevaba un gran estrés diario,
era Camila. Tenía que estar en todas partes
supervisando que todo se hiciera correctamente.
Incluso había días en los que se quedaba horas de
más para asegurarse de que no se había saltado
nada y que todo estaba perfecto.

Camila se alejó con la mirada fija en el
portapapeles mientras terminaba de anotar unas
cosas que sólo ella era capaz de entender.

Lucas se acercó a mí. Creo que no habíamos
coincidido en todo el turno porque cada uno había
estado demasiado ocupado atendiendo a la gran
cantidad de pacientes que había hoy.

Inevitable - ruski Donde viven las historias. Descúbrelo ahora