11. shared fun

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Akemi miraba la escena de manera fastidiosa mientras que la espada de aquel jóven se colocaba sobre el hombro de Meliodas. El anterior nombrado había relatado con tranquilidad lo que había sucedido aquel fatídico día en el que fueron tachados como traidores al reino de la forma más repentina posible.

Akemi no lo ocultaría, ni mil disculpas quitarían la ofensa que lo sucedido había sembrado en ella. No por nada era el Pecado del Rencor.

- ¡Ellos no asesinaron al Gran Maestro! - Dijo Elizabeth y las imágenes de aquel hombre llegaron a la mente de Akemi en pequeños flashbacks que le hacían fruncir el gesto con desagrado ante el recuerdo.

Pues, la sangre era lo de menos.

La armadura del pelirosado tintineaba con cada movimiento que este hacia. Aquélla armadura le parecia linda para poder abollarla. - Elizabeth. El reino ordeno como prioridad encontrarte y custodiarte. Pero eso ya no me interesa más... - Dijo finalmente y su espada se elevó en dirección a la princesa haciendo que Akemi arqueara su ceja de forma incrédula, pero sin perder aquella postura neutral que la caracterizaba en ocaciones como estas. - Porque ya sea viva o muerta, eres solo un grano de arena en la nueva senda que estamos por establecer.

Tras estas palabras, los rayos que rodeaban a la temblorosa chica se fueron. - Aléjate. Solo he venido a buscar a los Pecados. - Le dijo manteniendo sus ojos sobre la de ebras platinas.

A los ojos de la pelinegra, Elizabeth comenzaba a cargar su cuerpo de impotencia y quizas por unos segundos su miedo se vio levemente nublado y en un pestañeo se encontraba frente a los Pecados Capitales con los brazos extendidos. - ¡No les pondrás una mano encima!

Su atención fue robada por los quejidos de Hawk sobre el suelo. - Ay, ay. Me duele mucho. Estoy paralizado. - Se arrastro por la tierra. - Mi cuerpo no va a aguantar mucho tiempo. Ay, ay, ay... - Sus llantos fueron interrumpidos por una fuerte patada sobre el, arrancando un fuerte grito mientras caía sobre el suelo a unos metros de ellos.

- ¡Hawk, no! - Elizabeth abandono rápidamente su posición mientras que sus largas piernas se movian yendo en busca del cerdo lastimado.

Akemi giró sobre sus pies con una expresión sorprendida mientras que clavaba sus ojos en Gilthunder. - Eres muy cruel. - Acusó. - Empiezo a creer que el que tendría que estar aquí, - Señaló la esfera electrificada. - eres tú.

Gilthunder giró a verla con desinteres y dijo sin siquiera molestarse en cambiar su tono lleno de superioridad. - Ahora que no hay ningún tercero... Nadie podrá interrumpirnos.

- ¿Estas seguro de eso? - Preguntó Meliodas y Akemi chasqueo su lengua con lástima. - En el pasado tú nunca fuiste capaz de derrotarme.

- Y a mi me pedías besos... - Dijo llena de gracia. - Nunca te escuche pedir piedad, - Hizo una leve pausa en el aire. - pero hay una primera vez para todo.

- Las cosas son diferentes ahora. Yo soy más poderoso que los Siete Pecados Capitales. - Miró fríamente al rubio y sus ojos se elevaron a un lado cuando escuchó el bostezo lleno de falsedad que daba Akemi.

- Sí. Puede que lo seas, pero también puede que no. - Meliodas le dijo a Gilthunder sin perder su expresión tranquila.

- Si de eso se trata, liberaré sus cuer-

- Cómo sea. ¿Ya puedo salir o me avisaras cuándo? - Exclamó poniendo un pie sobre el espacio que había creado en su esfera para salir al exterior. Comenzó a meter y sacar su pie del círculo con la mera intención de colmar su paciencia.

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