22. an accurate analysis

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Gowther observó la interacción que mantenía el Pecado de la Ira con Akemi, el Pecado con el que más “apego” mantenía desde el momento en el que había conocido a la mujer. Los nulos sentimientos de Gowther contrastaban perfectamente con la explosiva personalidad de la pelinegra de flecos. Tras un suspiro leve, el peli rosado terminó de limpiar sus lentes, colocándolos aún con una expresión serena que predominaba en su rostro la mayoría del tiempo. Sus ojos dorados escanearon la escena con neutralidad, observando el lenguaje físico de ambos mejores amigos, también viendo como la princesa se acercaba a ellos mediante pasos torpes, y por lo que él podía notar, buscaba llamar la atención, pero no comprendía de quién y el porqué de esto.

— El Capitán Meliodas la ama. — Informó sin despegar sus ojos del rubio y sus movimientos relajados, acompañados de sus risas ante su conversación que parecía ser divertida con la escorpión de los Pecados Capitales.

— ¿Qué? — Gowther obtuvo la atención del albino al instante, causando que lo acorralara al acercarse tanto a él. La Lujuria no mostró molestias ante sus movimientos, mejor dicho, no mostró ningún sentimiento.

— ¿Te encuentras sintiendo celos en este momento? — La curiosidad bailo en la voz del varón. — Puedo notar como tus latidos aumentan, tu respiración se acelera y tu boca comienza a secarse. — Miró a Ban por unos segundos, y luego desvió su vista sin siquiera prestarle atención al ceño fruncido del hombre alto a su lado. — Por lo qué puedo comprender, el Capitán no siente ningún tipo de enamoramiento por la Señorita Akemi, pero sí lo tuvo. Aún así, no muestra síntomas de enamoramiento, sino de un gran aprecio.

Meliodas reía a la par de Akemi, las risas siendo causadas por la pelinegra y sus chistes sin sentido. Ante esto, Elizabeth disminuye sus pasos, alargando y retrasando el trayecto hacia el dúo de Pecados mejor complementado.

— ¿Y ella…? — Ban se regañó internamente por dejar salir sus pensamientos, aunque Gowther no le dió gran importancia.

Como a todo, en realidad.

— Su esposa muestra apreció y confianza por el Capitán, pero su ritmo cardíaco se acelera y su cuerpo sube de temperatura cuándo… — Parecía esperar algo. — Pasa eso. — Dijo por último observando como la mujer conectaba miradas con el albino sin cortar la distancia, causando un fuerte sonrojo en el hombre, solo siendo disimulado por el sonrojo leve que mantenía por el alcohol que había ingerido tiempo atrás.

— La Princesa, en cambio, sí está enamorada del Capitán. — La sorpresa en los rostros del hada y el inmortal no se hicieron esperar, mostrando expresiones exageradas. — Puedo notar los mismos síntomas de enamoramiento que tiene la Señorita Akemi ante usted, pero por el Capitán. También — Carraspeo. — siente celos de la relación que ambos tienen, — Se refirió al dúo de la pelinegra y el rubio, y Meliodas pareció incomodarse levemente sin cortar su conversación con Akemi, a la que se había sumado Elizabeth hace menos de cinco minutos entre comentarios bajos y torpes.
— Pero no sabría decir si son celos, envidia u odio. Quizás inseguridad. — Se encogió de hombros ladeando su rostro sin notar lo incómodo que se había tornado el ambiente entre los mejores amigos y la princesa de Liones.

No era una sorpresa que Meliodas y Akemi se vieran incómodos siempre que conversaran con especulaciones de por medio sobre la relación que ellos mantenían. Por otro lado, la princesa se encontraba sumamente avergonzada en ese momento, puesto que todo lo que había dicho Gowther era cierto.

Sí sentía cosas por el Capitán, y sí tenía aquellos sentimientos respecto a la mujer alta de cabellos oscuros, es decir, casi todas esas cosas.

Akemi desvió su atención de su esposo, volviendo a poner sus ojos sobre el dúo que se encontraba con ella. Mientras que Meliodas le sonreía igual que siempre, Elizabeth tenía un gran sonrojo en su rostro sin poder mantener sus ojos hacia el frente. La princesa podía sentir que la mirada del escorpión quemaba sobre su piel, haciéndola encoger en su lugar.
No podía siquiera negarlo entre mentiras, muchas veces había sentido envidia de su poder, de su personalidad despreocupada e incluso del cariño que el Capitán tenía por la mujer, y nunca tendría por ella. Sentía muchos celos cuando observaba la manera relajada en la que él parecía buscar su contacto, y le molestaba aún más que lo obtuviera de forma tan amena. Pero no la odiaba, dentro de todo aquello, Elizabeth mantenía un gran respeto por Kakegurui.

— Yo los dejo. — Avisó dando una palmada sobre los cabellos del más bajo, luego giró mirando a la princesa y su cuerpo se quedó quieto por la duda que crecía dentro de ella sobre qué hacer. Se movió para dejar un beso en su mejilla, pero fue interrumpida por la mano agitada de la peli plateada, entonces, Akemi imitó su gesto con su mano, mientras que Elizabeth se arrepentía y buscaba besar su mejilla, creándose una situación incómoda para ambas entre movimientos torpes que causaban leve gracia en el Dragón. — Bueno… — Río levemente dando pasos lentos para romper el círculo. Una vez fuera, se apresuró a llegar junto a Ban, King, Gowther y una Diane completamente dormida.

— Amor. — Alargó el apodo mientras que el albino envolvía sus brazos en el cuerpo de la mujer, recibiendo con gusto los besos que ella repartía por todo su rostro, deteniéndose en sus labios disimuladamente.

— Son desagradables. — King murmuró mientras les dirigía una mirada de desagrado.

— Dime, Gowther — Ban separó sus labios de la piel de su esposa y se dirigió al peli rosado de lentes. — ¿De qué tiene síntomas King?

Gowther pareció procesar sus palabras, colocando sus ojos sobre la figura delgada del hada. — Oh, bueno. — Tocó su barbilla. — Él…

El calor subio al rostro del castaño en cuestión de segundos.

— ¡Cállate! — El gran almohadón verde fue de llano contra el rostro de la Cabrá.
                  

La conversación era amena mientras que los tres estaban sentados en los bancos frente a la barra, estando Meliodas del otro lado, limpiando los jarrones cómodamente

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La conversación era amena mientras que los tres estaban sentados en los bancos frente a la barra, estando Meliodas del otro lado, limpiando los jarrones cómodamente. Akemi se concentraba en responder lo que el rubio le decía, teniendo a un lado al hada recostado sobre la madera, y a su izquierda estaba su esposo, posando su mano sobre la carne palida de su muslo descubierto.

— Eres buena trabajando, Kemi. Solo por eso hago esto por ti. — Elevó levemente el jarrón con su puño y el trapo dentro, puesto que aquella actividad le correspondía a la pelinegra.

Akemi sonrió inocentemente, dispuesta a responder sus palabras. De pronto, su pecho derecho fue estrujado suavemente, causando que su expresión se contrajera al instante ante la situación confusa que no comprendía. Subió sus ojos, topándose con los orbes dorados de Gowther, que no dejaba de masajear su carne.

— ¿Qu-é haces? — Miró a Ban, y luego a Gowther.

King no comprendía lo que sucedía, por lo que sus ojos siguieron el brazo del Pecado, hasta llegar al pecho de la pelinegra. Al quedarse pasmado por unos segundos, aparto sus ojos hundiéndose entre sus brazos mientras que una vena parecía saltar en su frente y el calor recorría sus mejillas a la par de sus gritos reprimidos en la garganta.

El ceño de Meliodas quiso fruncirse, pero se relajo al ver el enojo creciente en Ban, causándole más gracia ver el sonrojo avergonzado de su mejor amiga. Meliodas atesoraría ese momento en sus memorias.

— ¿Qué crees que estas haciendo? ¿Eh? — Enrollo sus dedos en la muñeca de la Cabrá, pero este no detuvo sus “masajes” y Akemi comenzaba a sonrojarse demasiado.

— Es el… saludo que el Capitán expresó ayer. — Dijo simplemente.

— ¡Te dije que no es un saludo! — Hawk bramo.

— Ay, Gowther… Corre. — Ordenó sintiendo la respiración agitada de su esposo. — Ahora.

— ¿Por qué razón correría?

— Porque pienso asesinarte.

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⏰ Última actualización: Oct 12 ⏰

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