20. a life full of secrets

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Los Pecados Capitales se habían separado, yéndose por diferentes lados en busca de dispersar el peligro que se había avezinado en busca de derrotarlos. Por lo poco que había prestado atención, Akemi solo sabía que Guila, la mujer que la había atacado días atrás, estaba entre ellos y su emoción no podía ser más grande al saber que se enfrenterian una vez más. King, Meliodas y Ban estaban arreglandosela por sus lados, mientras que ella se disponía a encontrar su famosa espada que hubiera sido entregada a sus manos de no ser por la interrupción inoportuna de los Caballeros Sacros que tanto detestaba.

Sus pies se desplazaron por el terreno, echizando a cualquier persona que no estuviera huyendo del lugar, con intensiones de que lo hicieran para resguardarlo del peligro que definitivamente no eran ellos. En un punto de su camino, sus ojos dieron un resplandor de brillo y su cuerpo enteró se erizo hasta divisar a un costado de ella una casa de rocas, no tan grande. La presencia dentro de aquél lugar le parecía magnética, por lo qué no dudo en dirigirse al hogar con intensiones de saciar su sed de curiosidad por aquél subidon de poder que había sentido correr por sus venas con rapidez.

Su mano tomó la perilla buscando abrir la puerta en intentos inutiles que no tardaron en colmar su paciencia entre forcejeos, por lo que un chasquido en dirección al metal bastó para que este se rompiera en pedazos, haciendo que la puerta se abriera en un chirrido que perdurará en su mente por lo mucho que había erizado su piel. Avanzó unos pasos, recorriendo el lugar con la mirada hasta que pudo observar lo que se encontraba frente a ella.

Sus ojos conectaron con aquel metal con aspecto de espinas y sin darse cuenta, la habitación se encontraba abrumadamente ocupada por lazos rojizos que la rodeaban en manifestación de exitación plena.

Las espinas que rodeaban el mango de su espada se enrroscaron en su carne hasta incruztarse por completo en su piel, la diferencia era que ella no sentía ese sofocante dolor y su carne parecía aceptar el daño, siendo completamente diferente a los ...

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Las espinas que rodeaban el mango de su espada se enrroscaron en su carne hasta incruztarse por completo en su piel, la diferencia era que ella no sentía ese sofocante dolor y su carne parecía aceptar el daño, siendo completamente diferente a los hombres y mujeres que habían intentado portarla, perdiendo la mano poco tiempo después a causa del veneno que las espinas dejaban en su piel.

— Mierda, hace tanto no sentía esto. — Admiró su mano y la manera en que sus venas se veían rojas a traves de su piel, decorandola al conectarse con su tesoro sagrado.

Su atención dejó de estar sobre el agarre en su espada y paró sobre unos ruidos que se escuchaban fuera del lugar, por lo que no tardó en salir, encontrandose con Elizabeth al rodear levemente la casa. La saludo con su mano colgando a un lado de su cuerpo mientras sostenia su tesoro y luego observó a la chica de cabellos cortos frente a la princesa. — Hey... — Movio su cabeza en su dirección en modo de saludo y el hombre de gran armadura no dudo ni un segundo en ponerse en posición de ataque, pero fue ignorado de manera abismal cuando Akemi desvió sus ojos a Meliodas que se encontraba sobre el suelo, pareciendo inconciente. — Pobrecito. — Fruncio su expresión ante la imagen, pero no pudo evitar reír un poco.

— Elizabeth, los rumores dicen que estas casando Caballeros Sacros con los Ocho Pecados Capitales. — Se dirigió a la princesa y esta le respondió de forma exaltada, ganándose la atención del Pecado.

RESENTMENT─── ban ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora