[3] Say I Do: [ Charlos ]

Capítulo XVIII

Charles

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Advertencia este capítulo contiene escenas fuertes como la tortura, sangre, sexo entre otras cosas, si no es de tu agrado o tienes problemas con leerlo por favor de abstenerce a leerlo sin mucho más que decir disfrutenlo.

Por lo general, mantenía mis negocios legítimos separados del negocio familiar, pero eso no siempre era posible. Como ahora. Necesitábamos un espacio oscuro, apartado y tranquilo rápidamente. Todo lo que necesitaba era que alguien escuchara al hombre en el maletero gritando y pateando. No había nada con qué atarlo en el auto, así que Alex y yo simplemente lo habíamos arrojado adentro. Sería una mala idea sacarlo.

—¿Puedes encargarte de cuidar a Blu esta noche? —le pregunté a Mick por teléfono—. Le preguntaría a Max, pero...

—Eso sería una estupidez —dijo sin dudarlo—. De alguna manera, todavía hace que todo sea una orgía, pero ahora simplemente se va tan pronto como empieza. ¿Cuál es su problema?

—Es el hijo del medio —me reí mientras la tensión intentaba aliviarse en mi pecho. Sin embargo, mi puño permaneció cerrado, haciéndome saber que no se iría a ningún lado en un futuro cercano—. Siempre están jodidos. Ten cuidado y mantén los ojos abiertos. Tengo algo de lo que ocuparme.

—¿Necesitas ayuda con algo?

Miré a Carlos. La música clásica sonaba tan fuerte en el coche que era casi imposible escucharla, pero parecía que estaba en casa, apoyado en el asiento mientras sonreía y miraba por la ventanilla. Mi pulso se triplicó. ¿Quién iba a decir que yo era tan fanático de las malditas sonrisas?

—¿Charles?

—No, Carlos está conmigo. Estoy bien —dije brevemente.

Carlos me miró de reojo antes de apartar la mirada rápidamente. Sentí que todo lo que había pasado hoy había sido algo nuevo, incómodo y extraño. No me había importado nada de nadie fuera de la familia en lo que parecían décadas. ¿Y ahora? No podía tener suficiente del hombre que estaba decidido a matarme o a follarme hasta dejarme en coma.

—¿Qué? —preguntó Carlos mientras yo seguía mirándolo.

—Nada —dije. Moví la rodilla rápidamente hacia arriba y hacia abajo. Tomé la cámara entre los dos—. Ni siquiera quiero saber cuánto captó.

—Demasiado —dijo Carlos brevemente.

—Sí —me froté la barba incipiente del mentón—. No nos parecería bien que se difundiera  por todos lados.

Carlos me miró con una expresión extraña. Abrió la boca y la volvió a cerrar. Cuando volvió a mirar hacia la ventana y se encogió de hombros, se me hizo un nudo en el estómago.