𝟮𝟮 𝗧𝗢𝗠𝗔𝗦 𝗔𝗪𝗘𝗢𝗡𝗔𝗢

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— Segunda vez hoy que los veo acá, Señorita Dalia y Señor Tomás

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— Segunda vez hoy que los veo acá, Señorita Dalia y Señor Tomás. Al parecer no era coincidencia lo de la mañana.

Coincidencia no es señora, a mi me meten en weas y no hago nada, perdóneme.

— Como veo que nadie explicará nada voy a empezar a interrogar no más.

Escuché un murmuro muy bajito de la Daniela puteandome.

— Dilo más fuerte, po. — hablé

— Cállate, weona. — me reto el vicente.

— Ya fue el show. — mencionó la directora. — Primero que nada, la pelea, por lo que tengo entendido, era de las señoritas. Y quiero que me respondan con sinceridad, ¿quién provocó la discusión?

— Fue ella, la Daniela y su amiga. — dije rapidito.

— Qué wea, ellas en la mañana nos estaban amenazando. — habló la amiga de la Daniela

— Quién te amenazó a vo', weona. Ella ni siquiera estaba metida en el problema. — respondió la anto.

— Yo vi todo. — levantó la mano el Vicente. — La Daniela las amenazó en la mañana y en el almuerzo llegó con la amiga a pegarles a las cabr...

— Si es tú culpa todo el problema po. Wekito de mierda. — interrumpió el Tomás.

— ¿Qué culpa tiene el Vicente? — me metí. — Vo' controla a tu perra, maricon.

— Ni un garabato más en mi oficina, o no voy a escuchar nada más y se van todos suspendidos. Hasta los señores, por meterse.

— Disculpe que la interrumpa, Directora. Pero los inspectores tampoco hacían nada. Se iban a matar entre ellas si no nos metíamos. — dijo el Benjamín.

Estaba acumulando una rabia tremenda que hasta a el Tomás le iba a llegar un combo en todo el hocico. Y por si la situación no se podía poner más indignante, la Daniela se puso a llorar.

La verdad es que para este punto estaba dejando de lado toda mi moral, mi educación y mi calma. Pero es que la Daniela me sacaba los choros del canasto. Va a buscar pelea todo el día y ahora se hace la víctima para sacarse la culpa de encima. Me paré, pero el cabrito a mi lado me agarró del brazo para volverme a sentar.

— Dalia. Nos van a suspender a todos, bajele un poquito. — me susurró el Vicente. — que te de lo mismo lo que digan, explica lo que pasó no más. — se acerca más a mi oído y me dice: — ponte a llorar tu también.

— Bueno, creo que el problema es netamente de las señoritas. Así que caballeros, se pueden retirar por favor. — Se paran el Jorge, el Tomás, el Gustavo, el Benja y el Vicente. — Y por si no le quedó claro, Tomás, está suspendido.

Ni siquiera escuchó lo que dijo la directora y salió murmurando un "vieja culia."

Yo estaba preparando toda mi actuación porque de aquí yo no salía suspendida mierda.

✝ FLAYTIANDO | TOM KAULITZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora