veintiuno

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Ninguno de los dos había podido dormir muy bien esa noche, aunque lo intentaron, aparentaron estar completamente dormidos mientras se fundían en un abrazo a pesar del intenso calor que hacía, no querían soltarse, tal vez porque temían por lo que su padre fuera a decirles. Nicole estuvo comiéndose las uñas toda la mañana pensando en eso, lo único que se le venía a la cabeza era que descubrió lo que hacían, toda esa tonta aventura de los besos y lo que había sucedido en el sofá de la sala, el cual evitó mirar desde que se levantó. Tampoco pudo concentrarse en sus clases, su miedo era tan grande que cuando YoonGi la sorprendió con un abrazo ella casi le da un puñetazo en la cara. Y es que, obviamente tenía que tener miedo si con su hermano estaban haciendo algo prohibido, algo que no tenían que hacer, aún si no existía un libro que se titule "reglas para ser buenos hermanos" estaba segura que besarse no entraba entre el listado.

Su paranoia era tal que hablar de JungKook la hacía sentirse extraña. Siempre le gustó presumir a su hermano, sus buenas notas, su talento y lo amable que es, pero ahora cuando salía su nombre de los labios de alguien más la hacía pensar que esa persona sabía todo lo que estaba pasando últimamente entre los hermanos Jeon, y en algunos casos era imposible que lo supieran, que su profesora haya preguntado por JungKook a Nicole, ya que su hijo era compañero de curso del hermano menor de su alumna, la había hecho tener los pelos de punta. Hablar de JungKook era casi como mencionar a Lord Voldemort en el mundo mágico de Harry Potter, a tal nivel llegaba, porque le provocaba miedo a Nicole que alguien supiera lo que pasó entre ellos. Es más, estaba segura que YoonGi tenía sus sospechas, la conocía del derecho al revés, sería cuestión de tiempo para que le pregunte qué le sucedía o lo averigüe por su propia cuenta.

Mientras tanto, Nicole se carcomía la cabeza.

Se sentía muy culpable por haber aceptado darle aquel beso, tanto el primer piquito para la absurda recreación de fotografías que habían hecho hace ya tiempo, como el beso largo donde sintió la lengua de JungKook fundirse con la suya. Era prohibido, pero ella aceptó, tenía cierta parte de culpa y lo sabía, por eso ahora se arrepentía. Haberse subido sobre su regazo en el auto de sus padres también había estado mal, ni hablar de frotarse en su muslo para "acabar con el estrés", lo único que terminó sucediendo fue que ella tuvo un orgasmo sobre la ropa de su hermano y ahora un increíble sentimiento de culpa. Si sus padres se enteraran...esa sería la peor parte, definitivamente, ya podía imaginarse sus muecas decepcionadas por haberlos visto o escuchado, lo que sea, no quería generar eso en sus progenitores que tanto amor les daban. Eso la llevaba a pensar otra cosa, fueron siempre tan buenos hijos, tan buenos hermanos, y mandaron todo al carajo por un momento de calentura. El cual Nicole agradecía que por lo menos había sido todo sobre la ropa, sería peor si fuera piel con piel.

Un escalofrío corrió por su espalda al darse cuenta de que, al ritmo en el que iban, no tardarían más de dos meses en estar follando en la cama de JungKook, pero no, Nicole debía contenerse, debía pensar con la cabeza y ser clara, no dejarse llevar por la calentura como si fuera una adolescente de dieciséis años. Porque tener sexo, con penetración, no era algo para tomarse a la ligera, mucho menos cuando ellos dos compartían sangre de hermanos, ¿quién sabe y el método anticonceptivo puede fallar? No, eso no era lo importante, lo importante era ¿por qué carajos Nicole estaba pensando en tan siquiera tener sexo con su hermano menor? Al mismo que vió comerse los mocos hasta los once años, a quien escuchó infinidad de veces llorar por las películas más absurdas, y quién inundaba el baño de un olor apestoso después de comer mucho o ponerle demasiado limón a la comida, ¿por qué diablos ahora se lo imaginaba sobre ella, con la frente sudada, gimiendo mientras la follaba?

Se estaba volviendo loca.

Y ahora estaba en la mesa de la cocina frente a JungKook, en la punta estaba sentado su padre, los tres con un café en las tazas mientras su madre se encontraba trabajando y Haeri había salido a hacer unas compras. Estaba tan nerviosa que derramó parte del líquido cuando intentó llevarlo a su boca, y el menor la miró con un gesto de que no debía ser tan obvia, pero es que para ella no era fácil, y no entendía cómo él podía actuar con tanta normalidad después de que la noche anterior se haya frotado en su muslo. Esperaba el "ya sé lo que hicieron, váyanse de mi casa, me dan asco", pero nunca llegaba, y no sabía si era mejor o peor, porque la ponía más ansiosa, pero a su vez había una minúscula posibilidad de que su padre no se haya enterado de nada.

Incorrect| jjk. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora