treinta y ocho

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La alarma suena y con eso los hermanos se despiertan para un nuevo día rutinario, con la diferencia de que hoy había una cosa que no se repetía todos los días, el día anterior habían hecho el amor por primera vez, y JungKook hoy sentía como si las mariposas volaran al rededor suyo, como si el sol fuera más brillante, y como si estuviera listo para pelear con cualquier persona en el mundo porque sabía que ganaría. Definitivamente, su mejor día. Ayer, luego de que sus padres volvieran y cenaran, él ocultando la enorme sonrisa que quería escaparse de sus labios por haber estado íntimamente con el amor de su vida, volvieron a la cama, JungKook la llenó de besos, incluso le quitó la ropa, dejándole solo la interior, para besarle cada centímetro de la piel, para abrazarla y dejarle en claro mediante todos esos cariños unas palabras muy claras.

"Te amo".

Y hoy la despertó besándole el hombro desnudo, viendo su largo cabello desparramado por la almohada y el colchón, sintiendo como respiraba y cada partícula de su ser estaba pegada a su cuerpo. La abrazó con fuerza, hipnotizado con los nuevos sentimientos y sensaciones, sin poder creer que, después de tanto, había logrado cumplir una parte de sus deseos, y lo mejor no era eso, sino que Nicole no había puesto detenimientos, no se mostraba arrepentida, y tampoco lo había alejado en algún momento. JungKook sentía que la vida por fin le sonreía, que todo comenzaría a ir bien, y a pesar de que recién era su comienzo, sabía que quería llegar con ella hasta el final. No sería sencillo, para nada, las críticas de la sociedad, de sus amigos y padres, posiblemente el rechazo de todos ellos también, tener que huir como si hubieran cometido un crimen cuando solamente se estaban amando. No le importaba, sobrevivirían a todo eso, como lo hicieron con todo lo demás.

⎯ Buen día. ⎯ susurró en su oído con la voz ronca, sintiendo como ella respiraba con profundidad antes de estirarse entre sus brazos. JungKook trazó otro camino de besos por el costado de su cuello y el hombro, obteniendo una risita por parte de la mayor.

⎯ Mmh, buenos días. ⎯ respondió sonriente por las cosquillas que le ocasionaba aquello, además de las intranquilas mariposas en su estómago. Dios, ¿hace cuánto no se había sentido así? No, en realidad, ¿por qué se sentía así respecto a su hermano?

Posiblemente había perdido la cabeza, eso pensaba ella. Haber aceptado ayer, desde el comienzo hasta el final, y ahora tener un zoológico en su estómago por esos besos tan tiernos, la hacían sentirse extraña. Jamás, en toda su vida, pensó que acabaría en esa situación con JungKook, a pesar de las bromas de sus amigos, o de lo cariñosos que eran, nunca se hubiera esperado que terminara entre sus brazos, siendo amada y complacida, con palabras tiernas y calientes, descubrir ese lado de su hermano que estaba estrictamente prohibido para ella. Si la Nicole de años atrás, la misma que lo sorprendió masturbándose en la ducha cuando tenía solo 12 años y salió despavorida del asco, conociera a la Nicole actual, que había tenido entre sus manos el miembro de JungKook, ese que por años le dio pánico ver, posiblemente se moriría de un infarto. Extrañamente no estaba arrepentida, pero sabía que debía pensar las cosas, meter cada cosa en su lugar y comenzar a hacer bien lo que le correspondía.

No podía tener novio y follar con su hermano.

Es por ese motivo que, horas después, terminó saltándose la última clase, específicamente Desgaste y Envejecimiento, tampoco le gustaba mucho esa materia, no la compartía con YoonGi y no logró hacerse compañeros allí. Se sentó en un café con un cuaderno en frente como si su vida necesitara un plan de estudios, y es que de esa manera todo era más sencillo para Nicole. Era muy organizada, desde pequeña lo fue, en el castillo de juguete que tenía Cenicienta no podía dormir en la habitación de Bella, todo tenía un respectivo lugar, y su vida ahora era igual. Tenía horarios perfectos en la universidad para cursar todas las materias de cada año correspondiente, si todo salía bien se recibía en seis años, sumando la especialidad, en nueve, y ella estaba dispuesta a gastar ese tiempo esperando, ni un año más. Siguiendo con sus horarios, también se había hecho lugar para entrenar, para disfrutar con sus amigos, para estudiar en caso de necesitarlo, y trabajar si es que su jefe la llamaba en algún fin de semana. Era organizada, demasiado, y sentía que ahora debía hacer lo mismo. Organizar.

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