━ 𝐈: El susurro de un último adiós

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Lisboa, Portugal. Año actual.

EN LA VÍSPERA DE AÑO NUEVO, el viento helado de invierno susurra como un lamento distante entre los árboles desnudos y desolados que se alzan como guardianes silenciosos. La atmósfera es pesada y gélida, y cada inhalación de la joven parece llenarle los pulmones de tristeza y frío. El día nublado de invierno refleja la tristeza que pesa sobre ella, acentuada por el silencio opresivo del cementerio. Su cabello pelirrojo, como llamas apagadas, cae desordenadamente sobre sus hombros, empapado por las lágrimas que no dejan de brotar de sus ojos verdes.

Sissel Berntsen se arrodilla ante una tumba recién cubierta, el nombre de su madre tallado en la piedra fría.

Sus sollozos son lo único que rompe la quietud del lugar. A su alrededor, el mundo parece continuar en un monótono silencio invernal, ajeno a su dolor. El cielo gris promete más lluvia, y su aliento se convierte en pequeñas nubes de vapor que se disipan rápidamente en el aire.

Las flores que ha traído se marchitan rápidamente ante el frío, un reflejo de la fragilidad de la vida. Ella inclina la cabeza, dejando que su cabello caiga como un velo sobre su rostro, cubriendo un poco su expresión de dolor. Se queda así, perdida en el dolor, con sus dedos temblorosos y helados acariciando el ataúd que ahora guarda a su madre, buscando un consuelo que parece inalcanzable. La madera es dura y fría, y el contacto la hace estremecer.

Las memorias la invaden sin piedad. Recuerda momentos felices compartidos en el mismo cementerio, donde su madre solía llevarla de pequeña para alimentar a los pájaros en invierno. Cada recuerdo es una punzada de dolor en su pecho. La brisa fría seca las lágrimas que caen, dejando surcos helados en su rostro salpicado de pecas anaranjadas.

Ahora, la ausencia de su madre se siente como un vacío interminable en su pecho.

Se oye el crujido de las hojas secas y de la grava bajo los pies del sacerdote mientras se acerca a ella con una mirada llena de compasión. Su sotana oscura contrasta con el gris paisaje, creando una división clara entre la frialdad del entorno y la calidez de su presencia. Él coloca una mano firme pero reconfortante sobre el hombro de la joven.

Plegarias vindictas © [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora