━ 𝐗𝐈: Naturaleza oscura

69 12 51
                                    

LA NOCHE SE CERNÍA SOBRE GEILO, con un frío que calaba en los huesos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LA NOCHE SE CERNÍA SOBRE GEILO, con un frío que calaba en los huesos. En el Nordic Nights, el rumor de un cargamento de alcohol ilegal había atraído la atención no deseada de la mafia del norte.

En el VIP del piso de arriba, Lysander y Vlad jugaban a las cartas entre risas y el tintinear de vasos, pero un par de sombras se cernían a la distancia. Los hermanos, atentos a cada movimiento, notaron algo extraño en la entrada. Zina les dirigió una mirada de alerta, desde la barra.

—¿Ves eso? —preguntó Lysander, su voz grave apenas audible entre el bullicio. Vlad asintió, sus instintos aguzados. Sin perder tiempo, se dirigieron hacia la parte baja trasera del bar, donde podían observar sin ser vistos.

Los intrusos se dirigían hacia la bodega con sigilo, confiados en que el ruido del bar ahogaría sus pasos y en que la oscuridad de los pasillos les brindaría la ventaja.

Pero Lysander y Vlad tenían otros planes para ellos.

Los hermanos observaban desde las sombras cómo el grupo de hombres se acercaban furtivamente a la sala de depósito de las reservas de bebidas.

Lysander, con su mirada intensa y decidida, empuñaba su pistola. Con un movimiento preciso y calculado, sacó el silenciador del bolsillo de su saco oscuro y lo sostuvo en su mano, para luego proceder a alinear la rosca del silenciador con la boca de su arma. Con un giro firme pero suave, lo colocó en su lugar hasta que escuchó un clic sutil que indicaba que estaba bien ajustado.

A su lado, Vlad sostenía su navaja y la hacía juguetear entre sus dedos, listo para actuar. Sus ojos se deslizaron por el entorno una vez más, sin perder de vista al grupo de intrusos.

Con un gesto decidido, el mayor levantó su mano y dio la señal a su hermano, Vlad asintió, su respiración calmada a pesar de la adrenalina que corría por sus venas. El momento estaba cerca.

Cuando el primer hombre atravesó el umbral del depósito, los hermanos Zhadanov emergieron de las sombras como depredadores en caza. Las armas brillaron bajo la tenue luz del lugar; el sonido del metal deslizándose en una sádica melodía.

Lysander apuntó su pistola directamente a la cabeza del intruso más cercano.

—Ni lo intentes —ordenó con voz autoritaria. La sorpresa fue instantánea; el hombre se congeló, sus ojos desorbitados al darse cuenta de que habían sido descubiertos. Con un movimiento ágil, el rubio lo inmovilizó contra la pared.

Vlad se movió rápidamente hacia los demás que intentaban retroceder, los apuntó amenazadoramente con su navaja. Tenía a cuatro de ellos acorralados.

—No se muevan —dijo Vlad en un tono bajo pero amenazante, dejando claro que no había lugar para escapatorias.

El caos estalló en el instante en que los otros dos hombres comprendieron lo que sucedía. Intentaron reagruparse, pero los hermanos estaban preparados. Lysander disparó al aire y luego, con una precisión letal, apuntó hacia la pierna de uno de los sujetos que Vlad tenía acorralados y apretó el gatillo.

Plegarias vindictas © [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora