━ 𝐕: La Santa Trinidad de Geilo (parte II)

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LAS SOMBRAS DANZABAN EN LAS PAREDES DEL VIP en el piso de arriba del "Nordic Nights", mientras el humo del cigarro se enroscaba en el ambiente

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LAS SOMBRAS DANZABAN EN LAS PAREDES DEL VIP en el piso de arriba del "Nordic Nights", mientras el humo del cigarro se enroscaba en el ambiente. Luciano exhaló vaciando sus pulmones y se acomodó en uno de los lujosos sillones, sus ojos; de un oscuro color profundo e intenso, recorrían el ambiente opulento.

Tenía un aspecto atractivo y carismático, con un ligero bronceado. Su cabello largo y castaño, que llevaba recogido en un moño, le daba un aire desenfadado. La barba bien cuidada enmarcaba su rostro y acentuaba su mandíbula fuerte, destacando sus rasgos masculinos.

El aroma a tabaco y vodka de alta gama llenaba el aire, creando una atmósfera densa y cargada de tensión. Sabía que estaba caminando sobre una cuerda floja; aunque la relación entre él y Lev no era hostil, la rivalidad entre sus grupos siempre latía bajo la superficie. Compartían un legado familiar que los empujaba hacia la cima del poder, pero sus trayectorias estaban marcadas por diferencias que delineaban la esencia de sus respectivos mundos.

Luciano Sartori, con su sangre italiana y su crianza en el seno de una poderosa familia con un legado criminal que se remontaba a generaciones, llevaba consigo el peso del título de futuro Don. Su padre, jefe de familia en La Camorra, era un maestro estratega que le había enseñado que el verdadero poder radicaba, no solo en el control territorial, sino en la habilidad de unir facciones rivales bajo una misma bandera.

Por otro lado, Lev representaba la cruda realidad del crimen ruso. Criado bajo la sombra del jefe supremo de La Bratva, su vida había estado marcada por un enfoque brutal y directo hacia el poder. Su padre le había inculcado desde joven las reglas del juego en un entorno donde la lealtad y el honor eran lo más preciado. En ese mundo, las alianzas se forjaban con sangre y las traiciones se pagaban con vidas.

A diferencia de Luciano, cuya influencia se extendía por las calles de Nápoles y más allá del sur de Italia gracias a su privilegiado apellido, Lev operaba con un estilo más autónomo al liderar su propio grupo Jamstvo con sus hermanos y Zina a su lado.

A pesar de sus orígenes distintos y sus enfoques divergentes hacia el poder, Luciano y Lev compartían una ambición insaciable que los empujaba a superar los límites impuestos por sus respectivas familias. Ambos eran hombres forjados en el fuego, donde las sombras eran su hogar.

Lev, con su imponente presencia y mirada afilada, bebió de su vaso, causando un tintineo con el hielo. Su pelo oscuro combinaba con su chaqueta de cuero negra, que le daba un aire tanto elegante como peligroso. Luciano notó que había algo de diversión en sus ojos, como si disfrutara de la conversación que se estaba por desarrollar.

—¿Sabes por qué estoy aquí, Shest? —comenzó, con voz firme— Quince de mis hombres fueron golpeados por dos de tus hermanos. Uno de ellos perdió un ojo porque le dejaron tu marca.

Lev levantó la mirada, sus ojos fríos como el acero. No había sorpresa en su rostro; sabía que a eso se debía la visita del italiano. Sonrió ampliamente, dejando entrever un orgullo.

Plegarias vindictas © [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora