━ 𝐗𝐈𝐗: Juego macabro (parte II)

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Sugerencia: cuando veas el símbolo ✴ por favor reproduce la canción que he dejado en multimedia

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Sugerencia: cuando veas el símbolopor favor reproduce la canción que he dejado en multimedia. Ya que ofrece un trasfondo que te ayudará a profundizar en los sentimientos del personaje. No te arrepentirás.

❝No se muere dos veces si no se escapa de la muerte una vez

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No se muere dos veces si no se escapa de la muerte una vez.

Proverbio ruso.

EL IMPACTO FUE BRUTAL; su pecho y rostro chocaron de lleno contra el suelo blando y resbaladizo, cubierto de una mezcla de barro y agua que absorbió parte del golpe pero no del dolor. El frío del lodo le mordió la piel expuesta, mientras la tormenta rugía en todo su esplendor sobre ella. Por un parpadeo eterno, todo se volvió confuso y la oscuridad la envolvió.

Cuando finalmente volvió en sí, la lluvia seguía cayendo con fuerza, como si el cielo mismo se burlara de su desgracia. Sissel sintió un ardor punzante en su cara, especialmente en la mejilla derecha donde se había golpeado con más fuerza. Con esfuerzo, trató de tomar aire; cada inhalación era difícil y le dejaba un sabor metálico en la boca.

Con manos temblorosas, se apoyó sobre el barro para intentar incorporarse. Sus dedos se hundieron en la tierra fría mientras luchaba por levantarse. El barro se adhirió a su ropa como una segunda piel, haciéndola sentir aún más atrapada en ese lugar oscuro.

Al sentarse, levantó lentamente la vista hacia arriba. Se dio cuenta de que había caído en un pozo de al menos dos metros de profundidad. Las gotas de lluvia caían como pequeñas flechas desde el borde superior y le dificultaba ver más allá. El hueco dónde se encontraba tenía paredes húmedas y resbaladizas; podía oír cómo el agua corría por ellas, arrastrando consigo sus esperanzas de escape. La sensación de claustrofobia comenzó a apoderarse de Sissel, cada latido de su corazón resonaba en sus oídos como un tambor ensordecedor.

En ese instante, un rayo cruzó el cielo, iluminando con una luz fulgurante el oscuro hueco donde se encontraba. Fue entonces, gracias a la claridad momentánea, cuando su mirada verdosa se posó en algo que la heló hasta los huesos. Un cráneo sobresalía de la tierra, parcialmente cubierto por el barro y la maleza. La calavera era blanca, casi resplandeciente bajo la luz del relámpago, con cuencas vacías que parecían mirarla fijamente, como si reclamaran algo de ella. Los restos de lo que había sido una vida estaban allí, atrapados en un abrazo eterno con la tierra.

Plegarias vindictas © [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora