Sable

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Se quita la careta y se recuesta sobre la arena.
Siente el leve viento de la noche en la piel.
Es el momento al que llevan sus lunas.

La modesta suerte que le ha tocado le molesta:

«nos toca a todos, a todos la cresta de cada duna del desierto».
El viento se lleva su consuelo vano.

Lento consigue incorporarse.
Ve el desierto que se abre,
casi como la secreta cifra de su destierro
o de un concierto de soledades.

Tiene descubierto el rostro todavía; sigue inquieta.

Se estremece y se pone la careta.

Sueños RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora