Capitulo 7

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SANTANA

A la mañana siguiente, me quedé destrozada cuando me azotó la enormidad de lo que había hecho y dicho la noche anterior. Me senté en la cama, intranquila, y me aparté el pelo rebelde de la cara.

-Ay, Dios -gemí mientras me frotaba la cara con una mano.

«Le hablé a Brittany de mi pasado después de los momentos más trascendentales de mi vida».

Todo lo que me había hecho a mí y a mi cuerpo era tan condenadamente perfecto; cada minuto, surrealista. «¿Por qué lo he estropeado así?».

-Porque hay algo en ella que no me deja mentirle -susurré para mis adentros.

En algún momento de la noche, me levanté del suelo, desnuda, y me puse un pijama. Las lágrimas por fin se habían secado; los sollozos se habían apagado. Me sentía agotada, tierna y más vulnerable de lo que me había sentido en toda mi vida.

Brittany había llamado a la puerta la noche anterior, pero sofoqué mis lamentos de dolor mientras estaba en el pasillo; me obligué a no emitir ni un sonido. Finalmente se marchó; probablemente supuso que estaba dormida. Por desgracia, no había dormido mucho y estaba muy despierta cuando aporreó la puerta. Simplemente estaba demasiado asustada como para responder.

-Es Acción de Gracias. ¿Cómo voy a hacerle frente?

Me desplomé sobre la espalda y me tapé la cara con una almohada. Iba a tener que hacerle frente y vivir con el hecho de que conocía mi historia, y de que no la había aceptado bien. La noche anterior había ira en su voz cuando vino a mi puerta y, en realidad, ¿podía culparla? Yo no había sido sincera antes de que me pusiera las manos encima, y ella había tenido relaciones íntimas con una delincuente sin saberlo; con alguien a quien ni siquiera debería conocer, y mucho menos follarse.

-¡Santana!

Me incorporé de golpe hasta quedar sentada cuando oí su voz de barítono a mi puerta.

-Sé que estás ahí. Anoche me fui para darte tiempo, pero no voy a volver a marcharme. Abre la puerta o la echo abajo.

Su puño golpeó con fuerza la pesada barrera de madera.Resignada, salí de la cama y fui hasta la puerta, abrí el pestillo y di la vuelta para volver andando hasta la cama y sentarme.

Ella entró casi de inmediato, y yo tenía la certeza de que había estado escuchando para oír el clic del pestillo. Por supuesto, yo iba a abrirlo. Primero: ni de coña iba a permitirle destrozar una puerta de madera pulida tan bonita. Segundo: no podía huir de la verdad eternamente. No servía de nada seguir posponiéndolo.

Agaché la cabeza y me concentré en el estampado elegante de la alfombra de color crema que había en el suelo; no quería establecer contacto visual con ella. Mi pelo revuelto me ocultaba la cara, y esperé. Y esperé. Y después, seguí esperando.

Todos los músculos de mi cuerpo se pusieron en tensión, y supe que estaba en la habitación. No solo porque le había oído entrar, sino porque podía sentirla. Brittany S. Pierce emitía una energía tan irresistible con el mero hecho de entrar a una habitación que no podía ser ignorada.

Justo cuando estaba a punto de ceder y alzar la mirada, me encontré de repente sobre la espalda, clavada por el significativo peso de su cuerpo.

-¿Qué haces? -Mi voz era trémula mientras ella me sujetaba las manos por encima de la cabeza.

-No vuelvas a hacer eso nunca -exigió con voz áspera.

-¿Hacer qué? -No pude evitar mirarla a los ojos puesto que me retiró el pelo de la cara.

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