capituló 17

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Aang encuentra el camino de regreso a la residencia en la oscuridad. Seguramente se perdió la cena otra vez. Llegar tarde a casa significaba irse a la cama con hambre durante las últimas tres noches, pero a Aang no le molesta. El ayuno es una práctica común entre los maestros aire. Aunque generalmente se emplea para lograr claridad espiritual y meditación... no para evitar al esposo en la cena.

Aang frunce el ceño para sí mismo. No está evitando a Zuko. O al menos, no lo va a admitir.

El hecho de que Azula le haya dado acceso a las tres bibliotecas del palacio le ha dado a Aang una gran excusa para no estar presente durante el día. Aang intenta racionalizar esta decisión como un mejor uso de su tiempo. Las sesiones de Zuko con Katara se han estancado. Si bien su personalidad ha regresado un poco, los recuerdos de Zuko siguen obstinadamente fuera de su alcance. Aang piensa que tal vez la respuesta se pueda encontrar en los anales de los registros de la Nación del Fuego. Pero la realidad que ha estado evitando es que simplemente es demasiado doloroso estar cerca de Zuko.

Aang deja caer su bolso lleno de hojas sueltas de notas junto a la mesa cuando entra en la habitación de Katara, que se ha convertido en su habitación durante las últimas tres noches. Ella lo mira con una mezcla de preocupación y exasperación.

—¿Qué? —pregunta Aang a modo de saludo.

—¿Otra vez? —dice ella, con voz entrecortada por el enojo.

—Si quieres más privacidad puedo buscar otro lugar para dormir esta noche —dice, haciéndose el tonto.

Ella lo mira con severidad y le dice sin rodeos: “Deja de evitar a tu marido”.

Aang gime.

“¡Ni siquiera sabe que soy su marido!”, responde con petulancia.

—Bueno, ¿no crees que deberías decírselo antes de que alguno de sus visitantes cometa un desliz?

Él se sienta a su lado en el borde de la cama y suspira profundamente.

—¿Quién vino hoy? —pregunta Aang, dejándose caer, exhausto.

—Mai. Ayer fue Iroh. El día anterior fueron Iroh, Mai y Ty Lee —enumera Katara, lo que avergüenza a Aang y lo obliga a callarse.

—¿No hay señales de Azula? —Desvía el tema mientras estira el cuello para observar su respuesta.

Solo puede ver la espalda de Katara cuando ella responde con un rápido "no". Aang tararea en reconocimiento. Nadie ha visto a Azula desde su reconciliación con Zuko. Ni siquiera ha estado en la corte en los últimos tres días. Se considera un comportamiento extraño para un nuevo Señor del Fuego, por decir lo menos.

Katara se echa hacia atrás y se recuesta junto a él. Se da vuelta para mirarlo y, de repente, Aang siente la necesidad imperiosa de mantener una expresión neutral. Por eso mira fijamente al techo, sin reconocer su mirada.

—Aang... Lo digo en serio. Tienes que ir a verlo.

Aang reflexiona sobre ello durante unos segundos.

—Lo sé… pero… no puedo. Me duele demasiado. Y cuanto más tiempo paso sin verlo, más difícil se vuelve.

Katara parece considerar lo que dice por un momento antes de ofrecer en voz baja: "Creo que está empezando a afectarlo".

Deber y sacrificio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora