Simbiosis (Parte 3)

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Mariko quedó postrada en cama después de la operación, apenas consciente y todavía bajo la atenta mirada del personal. En su aturdimiento, ni siquiera podía distinguir cómo era su situación. Era muy parecido a ponerse gafas cuando no las necesitas.

Habiéndose pasado el efecto de la anestesia del día anterior, Mariko se encontró a sí misma en una habitación para enfermos con iluminación fluorescente. En ese momento se dio cuenta que no estaba en el quirófano, lo que la alivió un poco. Una enfermera enmascarada se le acerco, le miró el rostro y llamó al doctor.

La voz de la enfermera resonó en los oídos de Mariko, haciéndola estremecerse. La frente le palpitaba y la visión se le desvanecía rápidamente. El techo se desenfocó y luego desapareció de la vista.

- Puedes relajarte, ¿está bien? La operación terminó – dijo la voz de un hombre desde algún lugar, pero sólo se convirtió en parte del creciente dolor en su cráneo.

Después se quedó dormida unas horas más. Cuando volvió a abrir los ojos, vio a dos enfermeras a cada lado de ella. Una de ellas notó que Mariko intentaba levantar la cabeza.

- Con cuidado. Todavía te estás recuperando querida. Duerme un poco más – le dijo a Mariko. Efectivamente, cuando Mariko intentó mover la cabeza, le empezó a doler con intensidad. Ella apoyó la cabeza en la almohada en señal de derrota. Se sentía acalorada y mareada, como si tuviera una terrible fiebre.

Algo se le estaba clavando en la ingle. Cuando abrió los ojos, vio a una enfermera jugueteando con un tubo. Mariko movió un poco su cintura y sintió que el tubo entraba a través de su cuerpo. Un poco avergonzada por darse cuenta de esto, giró la cara hacia un lado. Luego pudo ver otro de estos en el lado izquierdo de su pecho. Sabía todo sobre estos tubos, ya que se habían utilizado para extraer los fluidos corporales después de su trasplante anterior. La otra enfermera la tomó del brazo y le puso algo negro alrededor. El brazo de Mariko empezó a palpitar con un pulso fuerte.

- Solo te estoy tomando la presión sanguínea, ¿de acuerdo? – dijo una frágil voz.

Las dos enfermeras continuaron con la examinación. Mariko cerró los ojos y les dejó hacer su trabajo. Ella sintió algo extraño debajo del ombligo en el lado izquierdo y pensó que podría intentar tocarlo, pero no pudo porque la enfermera todavía le estaba tomando el pulso. Se preguntó si sería su nuevo riñón.

El riñón.

Mariko abrió sus ojos de par en par.

Finalmente se dio cuenta de la realidad de su trasplante y una avalancha de recuerdos invadieron su mente: la repentina llamada telefónica durante la noche, el hospital, las pruebas, la transfusión de sangre, los médicos y enfermeras explicándole todo el procedimiento ...

Mariko reunió todas sus fuerzas para hablar, pero su voz surgió sólo como un susurro ronco y apenas audible. La enfermera se detuvo y ladeó la cabeza.

- La persona que me lo dio – repitió Mariko desesperadamente.

- ¿Qué? ¿Quién? - Las dos enfermeras se miraron entre sí, incapaces de entender su pregunta.

- La persona... que me dio... el riñón ¿Qué pasó? ¿Dónde...?

- ...Ah - Una de las enfermeras asintió y le sonrió a Mariko.

- No hay que preocuparnos por eso ahora ¿está bien querida? La operación salió excelente. Tu donante debería estar muy feliz por eso en el cielo. De hecho, la persona que te dio tu riñón dice que te recuperes tan pronto como sea posible.

- No – se quejó Mariko – Dime por favor... ¿Estaba de verdad muerta esta persona? ¿De verdad quería darme su riñón?

Las enfermeras se veían confundidas. Ellas sonrieron incómodas y trataron de suavizar las cosas.

Parasite Eve (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora