Simbiosis (Parte 12)

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Mariko pudo levantarse desde hacía una semana. Su cuerpo estaba cansado de dormir tanto y sus piernas estaban un poco tambaleantes. Aun así, era mejor que tener que soportar estar en cama más tiempo.

Desde su cama, solo veía paredes blancas y la maquinaria que la rodeaba, pero ahora podía caminar hacia las ventanas y mirar el patio. Las hojas y las ramas vibraban con el verde exuberante. Ella las miraba atentamente, casi sudando al imaginar el calor que la esperaba afuera.

Recién ahora le habían dado más libertad para donde ella pudiera ir. Mientras que antes tenía que permanecer en su habitación, ahora podía pasear por la sala. Y a partir del día de mañana, podría ir a la tienda del hospital e incluso ducharse. El doctor Yoshizumi y las enfermeras estaban extremadamente contentos de que su recuperación fuera tan bien, pero ella era indiferente a lo que pensaba que era un juego falso de las emociones. Todos intentaban desesperadamente comprender por lo que estaba pasando. Estar constantemente rodeada de tanta ansiedad la hacía sentirse aún más deprimida.

Su padre vino a visitarla por la noche.

Estaba vestido con su traje habitual y con corbata. "¿No tiene calor con esa ropa?", pensó Mariko. Probablemente tenían un buen aire acondicionado en su trabajo. Con una débil sonrisa, levanto su mano en señal de saludo.

- ¿Cómo te sientes? – Siempre lo mismo. Preguntas de algo que él podría decir a simple vista. Mariko dio un suspiro - ¿Puedo traerte algo? Te puedo conseguir un libro o lo que quieras.

Ella sabía que estaba forzando su sonrisa. Se estaba sintiendo molesta.

- Entonces, ¿me puedes dar algo de dinero?

- ¿Qué dijiste?

A su padre lo tomó desprevenido aquella pregunta tan repentina, como si fuera la cosa más substancial que le haya dicho en semanas.

- Dinero. Me dijeron que ya puedo ir a la tienda del hospital desde mañana. Solo quiero comprarme algo para mí misma.

Su padre se quedó quieto y, por un largo rato, sin decir nada.

Por fin, un zumbido rompió el silencio, un automóvil en la distancia o el ruido de la ventilación. Cuando terminó, Anzai suspiró.

- Mariko – le dijo - ¿Por qué estás siendo tan obstinada? Dime ¿Por favor?

Silencio.

- ¿No estabas tan feliz la primera vez? Pensé que te alegraría dejar el hospital y volver a la escuela ¿Por qué ahora tienes esta actitud? ¿Sólo odias los trasplantes? ¿Te gustó más la diálisis? ¿Qué es? Dime algo.

Silencio.

- Mariko ...

Ella se preguntó cuánto tiempo más podría mantener la boca cerrada. Anzai se rindió. Oyeron el zumbido de nuevo.

Mariko simplemente no lo entendía ¿Por qué su padre estaba tan desesperado por darle un riñón a ella?

- ... ¿Papá?

Su padre levantó la mirada.

- Papá, ¿realmente quieres darme tu riñón?

- ¿Qué estás diciendo? - Estaba claramente molesto, pero ella no podía retractarse ahora.

Lo miró. Fue su padre esta vez quien apartó su vista.

- ¿Realmente no te importa hacer eso? ¿No estabas molesto de que yo estuviese enferma? Si mamá estuviera viva, ¿No hubieras querido que fuera ella quien me diera su riñón? Además de eso, ¿fue mi culpa que ...

- ¡Para!

El sonido de una bofetada se disparó por el aire.

Poco a poco su mejilla comenzó a hincharse de dolor. Durante un buen rato, Mariko no pudo procesar lo que había sucedido.

Parasite Eve (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora