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La celebración en la aldea Coco no podía faltar, los habitantes estaban tan felices de al fin ser libres y desde ahora tener una vida fuera de peligro.
Los niños jugaban alegremente, los adultos estaban rodeando una fogata mientras charlaban, bebían y comían.
Nami admiraba la alegría de todos, mientras veía de reojo a su amiga rubia, quién portaba un lindo vestido celeste y unas botas negras, era ropa de Nami.
Asherah ayudaba a Sanji a repartir la comida mientras él no estaba, le ponía feliz ver a todos tan tranquilos y contentos, era la vida que se merecían.
—Que tenga una bonita noche— comentó la sirena mientras le entregaba un plato a una mujer, la sonrisa no se le borraba del rostro.
Suspiró y se sentó en aquella silla improvisada, miraba cómo Sanji volvía después de ir a lavarse las manos.
Así frente a él estaba Nojiko, la hermana de Nami, el cocinero cómo buen coqueto que es, no dudó en saludarla alegremente.
—Necesitaré esas recetas por escrito— habló la peli azúl, cosa que halagó al chico —Deberías escribir un libro de cocina.
—Pues un artista nunca revela sus secretos— explicó Sanji mientras servía la comida en un plato —Pero... Puedo ofrecerte clases privadas si quieres.
Ante aquél coqueteo, la chica sólo hizo una mueca y negó.
—Sigue soñando.
El rubio sólo soltó una risa y vió como la chica se alejaba.
—Casi, pero casi lo logras— se burló Asherah a su lado, quién había notado la tensión.
Ambos rieron mientras el cocinero seguía sirviendo los platos, saludando y despidiéndose cortésmente, deseando que disfrutaran la comida. Hasta que delante se topó con Zoro, quién claramente se estaba repitiendo de plato.
