01. Cumpleaños

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Amanecía un 30 de marzo de 1345. El principe de Francia cumplía por fin los dieciocho años. A pesar de que en esta época los niños comenzaban a considerarse adultos a los siete años, la reina veía correcto aclarar una edad para que su hijo comenzase a ser consciente de sus responsabilidades como principe heredero.

Reposaba en su gran cama, tapado con un par de mantas hasta el cuello mientras dormía plácidamente. Ese sueño profundo acabó cuando en su habitación irrumpieron sus padres. Enternecidos ante la imagen de su único hijo dormido, o al menos con los ojos cerrados, se acercaron a la cama del joven. La reina se sentó con cuidado en el borde del colchón y llevó una mano lentamente hacia el hombro de su hijo para zarandearlo con mucha delicadeza.

El joven abrió sus ojos con pereza, pero lo primero que hizo fue sonreír de oreja a oreja al ver a sus queridos padres esperando para felicitar su cumpleaños.

-Felicidades Martin, hoy hace dieciocho años desde que naciste. -Dijo primero la reina mientras acariciaba a su hijo.

El rey se limitó a soltar una simple felicitación mientras lo miraba de pie al lado de la cama. Martin se incorporó mientras soltaba un bostezo tapando su boca y rápidamente rodeó a su madre con sus brazos. El rey se quedó ajeno a la situación, mirándolos con la misma sonrisa desde que entró en la habitación del pequeño.

-Muchísimas gracias. -Soltó mirando a su padre también, para incluirlo en el agradecimiento a pesar de no estar metido en el abrazo supuestamente familiar.

A Martin le gustaba mucho el día de su cumpleaños. Recibía regalos de los habitantes del poblado, celebraban un gran banquete con comida que le gustaba y recibía visitas de familiares de todo el mundo. Viajes que comenzaban a emprender algunos con meses de antelación.

La visita que más le gustaba y ansiaba era la de su prima Chiara. La hermana del rey viajó hasta Inglaterra por amor y allí tuvo una preciosa hija, la cual era la única compañía del principe de su edad.

Chiara y Martin tenían muy buena relación, sin embargo a la inglesa le daba algo de miedo su tía, pues ya la había amenazado en varias ocasiones para que no se pasara hablando con el príncipe.

Bajaron los tres al salón donde recibían a Martin con un desayuno, su favorito de hecho, huevos revueltos con pan. Era algo terriblemente sencillo en comparación a lo que comían de normal en la familia real, pero era su cumpleaños y hacían lo que a Martin le gustaba.

Después de degustar aquellos deliciosos huevos revueltos con pan, un par de sirvientas bañaron y vistieron a Martin con la indumentaria oficial para los cumpleaños. Calcetas blancas hasta las rodillas, guantes, mantos de pelo de animal y otros complementos innecesarios, todo aquello solo porque cumplía años.

Sin embargo, después de estar toda la mañana aburrido y metido en sus pensamientos, su prima inglesa se presentó en el palacio, haciendo que Martin bajara casi corriendo las escaleras entre tropiezos al escuchar la destacable voz de Chiara. Ambos se fundieron en un cálido abrazo mientras reían al haber hecho al mayordomo tener que hacer malabares para evitar que Martin cayera al suelo mientras bajaba. La hermana del rey estaba detrás, esperando con paciencia a que su hermano se dignara a aparecer mientras saludaba a su cuñada.

Los primos decidieron alejarse de la muchedumbre de personas, pues Chiara no había sido la primera en llegar, y se sentaron en los sillones aterciopelados que habían colocados en el gran salón.

-Estás hermosa Chiara. -Cuando estaban ellos solos hablaban con normalidad, como la gente del poblado hablaba, era lo único que conocía Martin del exterior, las formas de hablar. Preferían no ponerse demasiado formales hablando.

El deseo de ser tu príncipe || JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora