15. Dejarte solo

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Sus miradas seguían fijas en la del contrario. La nieve caía en sus mejillas y empezaban a tener las orejas congeladas al estar en contacto con la nieve. Se habían olvidado por un momento de donde estaban, que estaban en el jardín del palacio.

Y fue el sonido de unas pisadas en la nieve lo que hizo que Juanjo se incorporara de una manera muy rápida. Asustado de que lo vieran tan cerca del príncipe, miró rápidamente hacia donde provenían las pisadas y vio que se trataba del mayordomo principal del rey. Era un señor de baja estatura y poco pelo, con cara seria pero que en el fondo era muy buena persona.

Martin hizo lo mismo y se incorporó del suelo, al ver al mayordomo se relajó un poco porque tenía bastante confianza con él y no le diría nada por estar tirado en la nieve. Y el sirviente, al ver la tranquilidad con la que se había puesto de pie el menor, se le contagió y consiguió relajarse un poco.

El mayordomo se acercó a ellos y no le dió mucha importancia a verlos tirados y llenos de nieve. Miró a Juanjo, pues era con el que venía a hablar.

-Juan José, tengo un mensaje de la reina para ti.

Y el sirviente frunció el ceño al escuchar aquello, se había extrañado porque no tenía ni idea de que era lo que quería decirle. Temió que fuera algo malo, que hubiera descubierto alguna de esas veces que dejó que Martin hiciera lo que quería y que lo echara.

-¿Qué ocurre? -Dijo mientras se sacudía la nieve que se había quedado en su ropa.

-Dijo que tienes el día libre, que estás trabajando muy bien y que te lo mereces.

El mayordomo dijo aquello de una manera seria, esperando a que el mayor reaccionara. Y pareció extrañado al ver que no puso ninguna cara feliz al saber que podía hacer lo que quisiera durante todo el día. Porque era obvio que un trabajo en el que tenían que estar todo el día pendiente de una persona era agotador y que tener la oportunidad de hacer lo que más te gusta era satisfactorio. Pero en cambio Juanjo se quedó serio mirándolo y simplemente asintió con la cabeza.

Su reacción tan poco entusiasmada tenía una razón, y es que aunque no lo sabía, lo único que realmente le apetecía en ese momento era seguir pasando el rato con Martin. Se lo había pasado tan bien, se había reído tanto, que no había algo que le apeteciera más que seguir jugando en la nieve con el príncipe o simplemente hacer cualquier cosa. La relación que tenían había mejorado de un momento a otro, y ninguno de los dos sabía por qué.

Decir que prefería quedarse con Martin era muy raro, así que se tuvo que conformar con hacer cualquier cosa que no fuera pasar tiempo con el menor.

-Muchas gracias. -Dijo y miró a Martin.

Por otro lado, el menor miraba la escena con una mueca. El también quería pasar tiempo con su sirviente, seguir jugando a la nieve o volver a intentar enseñarle ajedrez. Cualquier cosa.

No le importaba quedarse solo y aburrido como siempre. Lo único en lo que pensaba era que no quería que Juanjo se fuera. Y es que sabía que iba a preferir irse a hacer cualquier cosa antes de quedarse con él, lo tenía asumido, pero igual tenía un pequeño ápice de ilusión por pensar que se podía quedar con él. Sin embargo, cuando vio que el sirviente aceptó que su madre le haya dado el día libre notó una presión en su pecho. Y le daba impotencia, porque tendría que importarle entre cero y nada que Juanjo decidiera irse a hacer cualquier cosa y no quedarse con él. En primer lugar, porque el podía decidir que hacer; y en segundo lugar, porque no era más que su sirviente, le tendría que dar igual.

Cuando volvieron a mirarse Martin se encogió de hombros y se cruzó de brazos.

-Que suerte.

-Ya, supongo. -Juanjo seguía sin sonreír, pero eso Martin no lo notó.

El deseo de ser tu príncipe || JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora