17. Ellos pueden pero yo no

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Los rayos del sol entraban por la ventana, el día parecía estar tranquilo y hacía buen tiempo. La nieve empezaba a derretirse esa mañana. Martin tuvo que destaparse medio cuerpo cuando a penas había amanecido, pues el sol que entraba por su ventana le daba directamente a él y le hacía entrar en calor. Pero seguía dormido, dormido en un profundo sueño. No había dormido muy bien aquella noche, había tenido pesadillas y se había estado despertando de vez en cuando. La paliza del día anterior le había marcado un poco, se le había quedado grabada y ahora estaba aterrado. Tenía miedo de que volviera a pasar.

Pero un susurro llamando su nombre lo despertó de una manera delicada y suave, unas manos calientes tocaron su cuerpo por encima de su ropa. El príncipe observó la cara de su sirviente, aún medio dormida, casi encima de la suya. Lo miraba con los ojos muy abiertos y una mueca sorprendida. Y Martin no entendía nada, pero le encantaba.

-Buenos días. -Soltó el menor mientras sonreía de una manera tonta, como si estuviera absorto a causa de la cara del contrario.

-Buenos días, tengo noticias.

Y en ese momento, después de que Juanjo se apartara un poco de estar prácticamente encima de Martin, este se incorporó y se quedó sentado en el colchón. Rascó su nuca con una mueca, no entendía mucho la situación, se acababa de despertar y necesitaba al menos dos minutos para asimilar la realidad.

-¿Qué clase de noticias?

-Depende de como lo quieras ver.

El príncipe frunció el ceño y soltó un pequeño y rápido suspiro al ver lo mucho que tardaba su sirviente en contarle aquella noticia que le había traído.

-Cuentamelo y ya.

Juanjo asintió ante la insistencia del principe, pero la realidad era que estaba tardando más de lo debido en contarselo porque no sabía cómo iba a reaccionar el menor, y temía que fuera peor de lo que esperaba. Pero era algo que tenía que decirle, sino se podía enterar por otras vías y de una forma peor.

-Esta madrugada han decapitado a Lucas y a Omar en la plaza del poblado... Por haberte dejado desprotegido.

Y aquellas palabras resonaron dentro de Martin unos segundos después de que Juanjo las dijera. Sonaba irreal, como si realmente no acabase de decir aquello o como si lo hubiera dicho de broma. Pero era real. Aquellos dos guardias habían sido asesinados por no hacer su trabajo de proteger al principe y hacer que dos hombres lo golpearan. A pesar de que seguramente fuera lo que se merecían, Martin no quería que nadie muriera por su culpa, porque tal vez había sido solo su culpa lo que le pasó, su culpa por haberse alejado demasiado sin avisar. Si culpa por no saber defenderse cuando posiblemente con una simple patada en la entrepierna se habría desecho de ellos.

Se quedó mirando a su sirviente intentando saber que era lo que tenía que decir en ese momento, pero es que no le salía ninguna palabra. Estaba mudo.

Juanjo lo miró con el ceño fruncido al ver que el contrario no decía nada, y en ese momento pudo leer los gestos que hacía y supo que se sentía completamente culpable de la muerte de aquellos dos chicos. Y era entendible, pues si él no se hubiera alejado tanto tal vez no le habría pasado aquello y tal vez la reina no había mandado a que un verdugo les cortase la cabeza en medio de la plaza del poblado.

-Oye... no te sientas mal por esto Martin.

-Es inevitable, la verdad.

-Ya lo sé, pero por culpa de ellos tú estás así. -Lo señaló con la mano, refiriéndose a las heridas que tenía en la cara y el cuerpo. -Mira Martin, entiendo que te puedas sentir mal por muchas cosas, pero por esto expresamente no deberías de hacerlo, ellos tenían el trabajo de protegerte y no lo han hecho, y bueno puede que haya sido demasiado extrema la solución, pero no es tu culpa y no tienes que sentirte así, ¿vale? Tú no has hecho nada, y aquí la única víctima eres tú.

El deseo de ser tu príncipe || JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora