10. Estás mintiendo

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Aquella pregunta volvió a hacer sentir al sirviente incómodo y nervioso, solamente quería que la gente dejase de hacer preguntas y de meterse en su vida. Aunque realmente lo que había pasado en el poblado le llegaba directamente a Martin también, pero no quería mentir. Quería dejar de soltar mentiras por su boca solamente para salvarse a si mismo y protegerse. Estaba harto de mentir, pero también estaba harto de que no parasen de preguntarle cosas en las que tenía que mentir.

Miró al menor a los ojos mientras cenaba y tragó duramente el trozo de carne que estaba masticando. Suspiró y se encogió de hombros, intentando mostrar desinterés por la pregunta, cuando realmente se moría de la ansiedad.

—¿Quieres saberlo?

—Sí, por algo te lo he preguntado. —Y Martin parecía tan tranquilo, comía sin ningún esfuerzo y lo miraba sin más, con una pequeña mueca relajada mientras esperaba a que Juanjo hablase.

No había hecho la pregunta con ninguna maldad, como si supiera que había hecho algo malo y quería pillarlo con las manos en la masa. Sólo era pura curiosidad, le comía la cabeza el hecho de que hubiera reaccionado de esa manera ante la conversación que estaba teniendo con su amigo. Tampoco le veía maldad a la conversación, no lograba ver que era lo malo en ello. De hecho, su amigo le había parecido bastante amable.

—Bueno... —Intentó buscar todas las excusas posibles dentro de su cabeza y ordenarlas, pero no podía. Menos cuando tenía al príncipe mirándolo fijamente esperando una respuesta.

Tampoco podía decirle lo que le había dicho a Ruslana, porque no era coherente. Martin le había preguntado por qué había salido corriendo después de que Álvaro dijera eso, y esa parte se la había ahorrado a su amiga. Así que en ese momento debía de ser todavía más listo y volver a mentirle a Martin con algo nuevo y realista.

Pero es que no podía, la única respuesta realista era contarle la verdad de lo que pasó y eso no podía hacerlo. No había otra, no se le ocurría algo coherente para relacionarlo con la conversación de Álvaro y el príncipe, así que optó por usar la misma respuesta que le había dado a la pelinegra, mintiendo todavía más.

—La verdad es que ni siquiera escuché la conversación que estabais teniendo.

—¿Ah no? Juraría que sí.

El sirviente tragó saliva, se daba cuenta de que Martin era más inteligente de lo que creía así que debía de tener cuidado.

—La primera vez sí, luego no pude estar atento porque teníamos que irnos. —Después de decir eso, agarró un mechón de su pelo sin darse cuenta, Martin se dió cuenta de eso.

—Entonces, ¿no te pusiste así por la conversación que tuve con Álvaro?

—Para nada.

—¿Y qué pasó? ¿Por qué nos teníamos que ir así de rápido?

Y Juanjo logró dirigir la conversación a donde él quería, a donde la manejaba a su gusto. Se sintió más relajado viendo cómo en ese momento si que podía contestar lo mismo que a Ruslana. Pero tenía que tener cuidado de todas formas, porque aunque Ruslana se lo hubiera creído Martin podía no hacerlo, y mentirle al príncipe era mucho peor que mentirle a su mejor amiga.

—No me juzgues.

—Yo nunca lo haría, ya lo sabes.

El mayor rodó los ojos y siguió hablando, contándole exactamente la misma versión que le había contado a Ruslana, con los mismos detalles e incluso con más.

—Hace unas semanas tuve que robar pescado para unos amigos que están pasando hambre en el poblado. —Comenzó con esa parte, para que no pasara lo mismo que con su amiga. —Conseguí huir pero hoy me han visto, por eso tenía que irme así de rápido si es que no quería que me apalearan.

El deseo de ser tu príncipe || JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora