CAPÍTULO 16: UN CASO PARA RECORDAR

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Me costó conciliar el sueño esa noche.

Acompañé a Amanda de vuelta a la habitación de Victoria y cayó de inmediato en la cama, rendida por el agotamiento emocional. En cuanto se quedó dormida, la cubrí con una manta y regresé al sofá, incapaz de pegar el ojo. Eran muchas las cosas que pasaban en mi cabeza en ese momento, que terminaban de armar el rompecabezas que era el pasado de mi jefa.

Fueron diez años de dolor y sufrimiento acumulados sobre sus hombros. Su faceta de mujer desordenada y arrogante eran su defensa contra su propio pasado, obligándose a sí misma a seguir adelante.

Se parecía mucho a Miranda, que me había dicho lo mismo hace meses atrás.

"Debes dejar el pasado atrás".

No quería demostrarlo porque no deseaba herir su orgullo, pero sentía compasión por ella. El hecho que mi padre fue uno de los hombres más importantes de su vida, y haber sido testigo del cómo murió, es una cicatriz difícil de sanar. Ella lo aguantó sin ayuda de nadie, moviéndose por una férrea determinación, pero el pasado no se puede borrar ni huir de él eternamente. Terminó alcanzándola y destruyendo todas sus defensas, dejándola muy vulnerable.

Al final, fui yo quien la hizo confrontar su pasado. Me sentía culpable por eso, pero era necesario. Gracias a su historia, podía comprender perfectamente todo cuanto había ocurrido a su alrededor. Aún tenía muchas lagunas, pero ya sabía con qué clase de enemigo lidiábamos.

Lucca Martinelli hacía todo por venganza contra Amanda. Ella fue quien frustró sus planes en primer lugar, y desde las sombras, buscaba lastimarla donde más le dolía. Se notaba que tenía los recursos para hacer lo que quisiese con nosotros, pero algo lo detenía para llegar más allá. Quizá desde su escondrijo estaba saboreando cada pequeña punzada que penetraba en el alma de mi jefa, para deleite de su insensato orgullo.

Más que nunca, quería seguir a su lado y protegerla. Ella dependía de mí, de la misma forma que yo dependí de ella en el pasado.

Slash dependía de nosotros, y no estaba dispuesto a abandonarlo.

Pensando en nuestro amigo, fue que lentamente caí en el sopor y me quedé profundamente dormido.

A las pocas horas, sentí las manos de Victoria sobre mi hombro, agitándome para despertar.

- ¡Fernando! ¡Despierta, por favor! ¡Es tu jefa! ¡Despierta!

Bajo una completa confusión, desperté en el sofá. Victoria estaba agachada en frente de mí, mirándome con preocupación.

- ¿Qué ocurre? ¿Pasó algo? ¿Qué hora es? –dije tratando de orientarme. La luz solar ya era intensa a través de la ventana.

- Amanda no está. Se fue de la casa.

- ¿Qué dices? –mi expresión era de total confusión. Victoria me instaba a levantarme.

- Llegué hace poco de la comisaría. Nos tuvieron de guardia toda la noche –Victoria hablaba de forma atropellada, presa de la angustia-. En cuanto entré en el departamento te vi aquí dormido, pero Amanda no estaba en mi habitación. No tengo idea de hace cuanto se fue.

"Demonios. ¿A dónde te metiste ahora?", pensé mientras me levantaba del sofá.

- Tenemos que salir a buscarla, Fernando. No hay tiempo que perder.

- ¿Por qué? ¿Qué está ocurriendo exactamente?

- Amanda tiene una orden de arresto por el asesinato del ingeniero de Clovertech. Fue firmada por Benavides personalmente, y ahora todos los departamentos tienen como prioridad el detenerla. ¿Tienes alguna idea de a dónde habrá ido?

La Detective ImpertinenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora